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Arrepentimiento hacia Dios

A continuación, encontrará un extracto del folleto gratuito de Gerald Flurry Arrepentimiento hacia Dios. Este folleto presenta la definición bíblica y ejemplos bíblicos de arrepentimiento y le muestra cómo acercarse a Dios el Padre y a Jesucristo.

La conversión es un proceso de toda la vida. Estar convertido quiere decir, tener los pensamientos de Dios en lugar de pensamientos, emociones y deseos carnales. ¡Debemos pensar como Dios! Esto es muy difícil de lograr, y es un asunto muy profundo en el cual meditar. Debemos crecer constantemente en nuestra conversión. El bautismo es solo el punto de inicio.

El apóstol Pablo lo describió de esta forma: “Testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hechos 20:21). Muchas personas saben por qué debemos tener fe en Jesucristo: debemos creer y aceptar Su sacrificio para ser reconciliados con Dios y recibir el Espíritu Santo. Pero ¿qué tan profundamente entiende usted el arrepentimiento para con Dios?

La bondad de Dios

“¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:3-4). Obviamente, el arrepentimiento es del Espíritu Santo. Pero, aquí dice que la benignidad de Dios nos guía hacia allí.

¿Se da cuenta de cuán bueno es Dios? ¿De cuán bueno es Él con usted? ¿De lo mucho que Él le ha dado? Cuando nos evaluamos a nosotros mismos y nos comparamos con la bondad de Dios vemos cuán malos somos. Compare su bondad con la de Dios, y entonces comenzará a ver por qué realmente necesitamos arrepentirnos hacia Dios y no para con el hombre.

¿Cuán bueno es Dios? Solo piense acerca de la crucifixión de Cristo. Vea en Génesis 22 cómo después que Abraham le probó a Dios que él estaba dispuesto a sacrificar a su hijo, aquél que más tarde nació como Jesucristo le dijo esto: “Por mí mismo he jurado, dice [el Eterno], que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo…” (Génesis 22:16-17). Dios juró por Él mismo al hacer esta promesa a Abraham. En otras palabras, Él le estaba diciendo a Abraham, voy a dar mi vida por ti, o voy a morir intentándolo. Por cuanto has hecho esta acción, mi muerte pagará por tus pecados y voy a traerte a mi Familia. Juro esto por mi propia vida.

Así es, cuando Cristo vino a la Tierra, Su vida estaba en juego. Sin duda, Él podía pecar. La vida de Cristo fue el mayor riesgo en la historia del hombre. Pero Él aceptó el riesgo porque quería gente como Abraham en Su Familia, gente que iría y sacrificaría a su propio hijo si fuera necesario, sabiendo que Dios lo resucitaría para cumplir una promesa (Hebreos 11:17-19). Abraham tenía ese tipo de fe y confianza en Dios, y Dios le retornó este amor multiplicado. A toda persona que pueda arrepentirse como tú, Abraham, yo daré mi vida por ellos. Yo sé que si no lo logro nadie más lo hará. Pero voy a hacer esto para que podamos formar la Familia de Dios. Éste es el precio que se requirió para que nosotros recibiéramos el Espíritu Santo de Dios.

Si Cristo hubiera fallado, Dios el Padre se habría quedado totalmente solo, ¡por el resto de la eternidad! Ésta es la clase de sacrificio que estos Dioses hicieron por nosotros. En nuestro pensamiento insensible y carnal podemos olvidarnos de esto, pero Dios el Padre y Cristo lo hicieron; y ellos lo hicieron por usted. Ellos quieren que usted esté consciente de esto. No porque ellos tengan vanidad, ¡sino para que usted reconozca que el arrepentimiento debe ser hacia Dios! Debemos entender qué es el arrepentimiento si queremos entrar en la Familia de Dios.

¡Medite profundamente en la bondad de Dios! Es contraria a todo lo que vemos en este mundo miserable y malvado. Su mente está en completo y perfecto acuerdo con Su ley, en todo detalle.

La tristeza santa vs. la tristeza del mundo

A continuación, una descripción del arrepentimiento que todo Israel experimentará un día. “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10).

Debemos luchar por este tipo de arrepentimiento hoy. ¡Todos somos los asesinos de Cristo! ¡Todos hemos matado al primogénito Hijo de nuestro amado Padre! Y si estamos pensando en la forma en que Dios lo hace experimentaremos la misma intensidad de emoción, por lo que hemos hecho, ¡que si estuviéramos perdiendo a un hijo primogénito!

Esto va al corazón de la diferencia entre la tristeza divina y la tristeza del mundo. “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (2 Corintios 7:10). La razón por la que “no hay que arrepentirse” de la tristeza según Dios, ¡es porque ésta hace que usted venza su pecado! Alguien con tristeza del mundo puede sentirse mal por un momento, pero nunca vencerá sus problemas. Con la tristeza según Dios, usted podría no vencer inmediatamente, pero no quedará tranquilo hasta que no venza ese problema. Usted establece contacto con Dios y expone el problema ante Él, y lucha con todas sus fuerzas por llegar a ser como Dios en esa área. Ahí es cuando usted comienza a hacer un progreso real. 

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