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JULIA GODDARD/LA TROMPETA

Armando el ambientalismo

El ambientalismo radical de hoy no es ‘verde’. Es rojo.

¿Por qué se reunieron 30.000 personas de la élite en Glasgow en noviembre de 2021? El equivalente a una ciudad pequeña llena de líderes gubernamentales, activistas medioambientales, ejecutivos de empresas y periodistas incrementó la población de esta ciudad escocesa por dos semanas por una razón fundamental. Pero no es la razón que usted cree.

Se trataba de la 26ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (cop26, por su sigla en inglés). Muchas de estas élites la anunciaron como la última oportunidad del mundo para desprenderse de los combustibles fósiles, detener el cambio climático y hacer que la Tierra vuelva a ser pura. El papa Francisco grabó un mensaje en el que pedía a los delegados que dieran “respuestas eficaces” a la crisis climática y ofrecieran “esperanzas concretas” a las generaciones futuras. El ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, publicó un mensaje de video en el que pedía al mundo que “dijera adiós al carbón, al petróleo y al gas”. Joe Biden advirtió que el cambio climático está “asolando al mundo” antes de disculparse por el hecho de que su predecesor republicano, Donald Trump, sacara a EE UU de los Acuerdos Climáticos de París. El heredero al trono de Gran Bretaña, el príncipe Carlos, se refirió a la conferencia como “el salón de la última oportunidad” para la humanidad y declaró que “necesitamos una vasta campaña de estilo militar para reunir la fuerza del sector privado mundial con billones de dólares a su disposición”. El primer ministro británico, Boris Johnson, advirtió: “Falta un minuto para la medianoche en ese reloj del día del juicio final, y tenemos que actuar ahora”. Prometió convertir a Gran Bretaña en la “Arabia Saudí de la energía eólica”.

El ex presidente de EE UU, Barack Obama, superó a todos estos hombres con un discurso casi religioso, declarando que “no se trata sólo de números en bruto. No se trata sólo de ciencia. Se trata de política. Se trata de cultura, de moral, de la dinámica humana. ¿Cómo trabajamos juntos para conseguir algo grande? Tiene que ver con la participación y el poder”. Luego, tras admitir que el cambio climático no tiene que ver con los datos, dijo a los jóvenes de todo el mundo: “Quiero que estén enfadados. Quiero que estén frustrados. Canalicen esa rabia, usen esa frustración, sigan presionando más y más para conseguir más porque eso es lo que se necesita para afrontar este desafío”.

Mientras los líderes europeos y norteamericanos se esforzaban por pronunciar las citas más dignas de publicación sobre el peligro del mundo, la urgencia del momento, el mal del dióxido de carbono y la necesidad de cerrar sus propias industrias, un país brilló por su ausencia. El presidente chino, Xi Jinping declinó asistir. El país que dirige es el más contaminante del mundo, ya que produce más dióxido de carbono que EE UU y Europa juntos. El presidente ruso Vladimir Putin, el presidente brasileño Jair Bolsonaro y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan también estuvieron ausentes. No estaban interesados en perjudicar las industrias y los suministros energéticos de sus propias naciones.

Sin embargo, la agenda de la cop26 siguió adelante. ¿Por qué?

Proteger el medio ambiente es un objetivo importante y digno. Pero para estas élites “ambientalistas” no es el objetivo principal. Es un arma útil. No se trata de controlar la cantidad de carbono en el aire. Se trata de controlar sus derechos. Lo puede ver en su agenda y lo puede ver en la profecía bíblica.

Autoperjudicarse

Uno de los objetivos principales de la cop26 era conseguir que los líderes nacionales se comprometieran a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en sus naciones hasta alcanzar el nivel cero en 2050. El momento es terrible: EE UU, Europa y gran parte del mundo se enfrentan ya a una crisis energética. Pero Joe Biden y la presidenta de la Comisión de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, firmaron un compromiso para reducir las emisiones de metano en un 30% para 2030. El cumplimiento de este compromiso requerirá que las naciones paralicen sus propias industrias de petróleo y gas, industrias que son particularmente cruciales para la economía estadounidense.

Algunos analistas dicen ahora que Biden puede tener que elegir entre salvar la Tierra del cambio climático o salvar la economía estadounidense de una crisis energética. Pero no comprenden los verdaderos motivos de quienes están detrás de este movimiento. El objetivo de las élites que controlan el debate sobre el cambio climático no es reducir las emisiones de carbono, sino crear un nuevo orden mundial y desmantelar el actual. Para ello, deben atacar el dominio estadounidense en materia de energía y su economía, dar poder a las dictaduras socialistas, demonizar el libre mercado y destruir la libertad individual. Sólo entonces podrán sustituir sus libertades por los dictados de quienes “saben más”, o sea, ellos mismos.

Joe Biden y los que le respaldan, incluido su jefe Barack Obama, antes de ir a Escocia ya habían invertido billones de dólares aprovechando las preocupaciones ambientales para transformar fundamentalmente a EE UU. Su plan “Reconstruir mejor” [Build Back Better] gasta 555.000 millones de dólares en nuevas subvenciones y préstamos para atraer u obligar a empresas y consumidores a pasarse a tecnologías energéticas renovables (y menos fiables) como la eólica y la solar. Y sus acciones ejecutivas que suspenden los arrendamientos para la producción de petróleo y gas reducen drásticamente la producción energética de EE UU. Esto ayuda a las Naciones Unidas en su intento de obligar a otras democracias a pasarse a la energía eólica y solar.

El resultado es que los precios del petróleo en EE UU han superado los 85 dólares por barril por primera vez en siete años, lo que ha provocado que los precios de la gasolina se disparen hasta casi 3,40 dólares por galón en todo el país. Mientras tanto, la crisis energética en Europa es tan grave que las fábricas están cerrando debido al aumento del costo del gas natural.

Biden y Obama están obligando a los estadounidenses a depender de tecnologías verdes costosas y poco fiables, que son propensas a fallar (como lo demuestran recientemente los continuos apagones en California y los cortes de energía en Texas). Mientras tanto, permiten que los comunistas chinos dirijan la mayor nación contaminante del mundo sin inmutarse y que los oligarcas rusos, los comunistas venezolanos, los mulás iraníes y los jeques saudíes se beneficien del alza en los precios del petróleo y el gas.

“Vamos a terminar con una verdadera escasez de energía”, dijo el director ejecutivo de Blackstone, Stephen Schwarzman, a cnn. “Y cuando hay escasez, va a costar más. Y probablemente mucho más. Va a haber gente muy descontenta en todo el mundo, en los mercados emergentes en particular, pero también en el mundo desarrollado”. Dijo que cuando esto ocurra, “habrá un verdadero malestar” (26 de octubre de 2021).

No se trata sólo de pagar más por reabastecer el vehículo cada semana. Se trata de una revolución.

Obama y Biden ya están dificultando la financiación de proyectos de perforación en EE UU con el pretexto de la agenda de Biden que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. “Si intentas recaudar dinero para perforar, es casi imposible lograrlo”, dijo Schwarzman, y esto está ocurriendo de forma “extremadamente generalizada” (ibíd.).

Las familias de la clase media, que ya están siendo presionadas por la inflación galopante y los problemas de la cadena de suministro, no están preparadas para esta crisis energética. Esto no es una casualidad.

Walter Russell Mead, del Instituto Hudson, advirtió que “el presidente Biden podría tener que elegir pronto entre su política climática y su estrategia nacional general. El problema no es sólo que la escasez de energía y las subidas de precios amenacen con abrir una brecha entre los activistas verdes y los votantes de clase media y trabajadora que luchan con las altas facturas de energía. (…) El problema verdadero es que la agenda verde, tal y como está concebida actualmente, es una máquina eficaz para socavar el poder económico y político del mundo democrático y potenciar la influencia precisamente de los poderes autoritarios a los que el presidente Biden [supuestamente] se ha propuesto oponerse. Al reducir artificialmente la inversión y la producción de combustibles fósiles en el mundo democrático más rápido de lo que las energías renovables y otros combustibles pueden llenar el vacío, la política de Biden promueve ganancias extraordinarias de varios años y miles de millones de dólares para países como Rusia, Irán y Arabia Saudí” (Wall Street Journal, 18 de octubre de 2021).

Mead dedujo correctamente que los responsables de las políticas estadounidenses tendrían que renunciar a los objetivos de reducción de emisiones de carbono si quieren evitar empobrecer y debilitar al pueblo estadounidense y fortalecer los regímenes de Rusia, Irán y Arabia Saudí. ¡Pero no ha considerado la inquietante posibilidad de que empobrecer a los estadounidenses y fortalecer esos regímenes sea el objetivo mismo de la agenda “verde”!

Reducir la huella de carbono de EE UU empobrecerá a la clase media mientras que dará poder a comunistas, oligarcas y mulás. Esto no es un desafortunado efecto secundario de “reconstruir mejor”. Es su principio primordial. Provoca la confusión, la debilidad, el desencanto, la ira y la dependencia necesarias para derrocar el sistema constitucional de gobierno de EE UU. Ese es el primer objetivo de la revolución. El siguiente es instalar un gobierno dictatorial en el que los planificadores centrales socialistas nos digan cómo (o si podemos) trabajar, cuántas mascarillas usar y si podemos salir de nuestras casas.

La tiranía verde

La contaminación es un problema que la humanidad debe afrontar. Problemas ambientales graves como la lluvia ácida, la degradación del suelo y la expansión urbana están, en efecto, “asolando al mundo”. Sin embargo, ¿han notado ustedes que el movimiento ambientalista radical rara vez discute estos temas? Está obsesionado con una cosa: la teoría del calentamiento global provocado por el hombre con las emisiones de dióxido de carbono. ¿Por qué no dedicar más atención, más trabajo, más miles de millones y más citas en los titulares al esmog, los pesticidas, la contaminación por plásticos o al agua potable contaminada?

Animar a la gente a tomar medidas para mejorar su suelo, reducir la expansión urbana, criar ganado alimentado con pasto en el campo y mejorar el medio ambiente de otras maneras no hace avanzar su agenda, porque su agenda es quitarles el poder a los individuos y dárselo a las élites gubernamentales. Pero supervisar hasta el último detalle el dióxido de carbono sí hace avanzar su agenda.

Después de que el comunismo a la antigua fracasara catastróficamente en el siglo xx, la gente seguía entregada a la teoría atea de que los seres humanos pueden crear su propia utopía tratando a todos como una colmena de insectos y obligándolos a renunciar a sus derechos. Pero necesitaban un nuevo vehículo, ya que la ideología de por sí no resultaba atractiva para las masas después de haber contribuido a matar a unos 100 millones de personas en menos de 100 años.

Los comunistas eligieron deliberadamente el ambientalismo radical (así como las relaciones raciales) como medio para destruir la libertad y la responsabilidad individual y hacer avanzar el socialismo.

La quema de combustibles fósiles puede tener algún efecto limitado en las temperaturas del planeta, pero es difícil saber porque los repetidos fraudes científicos han enturbiado el asunto. La gente razonable quiere aire, agua y suelo limpios para sí y para los demás, lo que motiva mucho a los comunistas y socialistas a mezclar la preocupación por el medio ambiente con su ideología. Y utilizan el mismo enfoque con la raza. Esta estrategia también hace que los activistas, periodistas y políticos socialistas estén muy motivados para secuestrar y exagerar la preocupación por el medio ambiente hasta alcanzar proporciones literalmente catastróficas. Cuando una acción (como la recuperación del suelo) ayudaría al medio ambiente pero no haría nada por la agenda socialista, la ignoran. Cuando una acción puede perjudicar al medio ambiente (como dar un pase al mayor contaminador del mundo, que casualmente ya es comunista), la adoptan.

Por eso, a pesar de que no hay pruebas que respalden sus afirmaciones, Obama y Biden han fijado su atención en el calentamiento global como la mayor amenaza para la humanidad en la historia. El objetivo es asustar a la gente para que entregue sus libertades al gobierno centralizado. Y usted sólo lo hará si está dominado por el miedo. (Para más información sobre el espíritu que motiva este ataque a la libertad, solicite un ejemplar gratuito de nuestro folleto Estados Unidos bajo ataquedel redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry).

Obama impartió una vez una clase en la Universidad de Chicago sobre el enfoque de Saul Alinsky del “análisis del poder”. Alinsky es el autor de Rules for Radicals (Reglas para los radicales), un manual de estrategias para el movimiento socialista estadounidense, que dedicó al “primer radical conocido por el hombre que se rebeló contra la clase dirigente y lo hizo con tanta eficacia que al menos ganó su propio reino: Lucifer”.

“[El novelista ruso Fyodor] Dostoevsky dijo que dar un nuevo paso es lo que más teme la gente”, escribió Alinsky. “Deben sentirse tan frustrados, tan derrotados, tan perdidos, tan sin futuro en el sistema imperante, que estén dispuestos a dejar de lado el pasado y arriesgar el futuro. (…) Un organizador revolucionario debe sacudir los patrones predominantes de sus vidas; agitar, crear desencanto y descontento con los valores actuales, para producir, si no una pasión por el cambio, al menos un clima pasivo, afirmativo y no desafiante. (…) Recuerde: una vez que ha organizado a la gente en torno a algo tan comúnmente acordado como la contaminación, entonces un pueblo organizado está en marcha. De ahí a la contaminación política, a la contaminación del Pentágono, hay un paso corto y natural”.

Ha leído bien. La estrategia que influyó en Obama, en los Clinton y otros afirma abiertamente que el ambientalismo socialista no es sobre el medio ambiente; es sobre el socialismo. Intencionalmente empuja a la gente a sentirse frustrada, derrotada, perdida y “sin futuro”, para condicionarla psicológicamente a dejar ir el pasado. Para los estadounidenses, “dejar atrás el pasado” significa abandonar las virtudes bíblicas y constitucionales que les quedan. “Arriesgar el futuro” significa “reconstruir mejor” con una versión reenvasada de un socialismo autoritario que ha destruido a millones y degradado miles de millones de vidas.

Un cambio tan radical en EE UU no es sorprendente; está profetizado en la Biblia.

Después de Estados Unidos

Jesucristo profetizó a Sus discípulos que el mundo llegaría a ser dominado por naciones no israelitas. “Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Confirmó que el fin de la civilización humana llegaría realmente y respondió a sus preguntas detallando los acontecimientos específicos que ocurrirían antes y durante “el fin del mundo” (vea también Marcos 13; Lucas 21).

Jesús se centró en Jerusalén, la capital del antiguo Israel, y dijo que “será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lucas 21:24).

¿Quiénes son los gentiles? Este término se refiere a “las naciones”, o pueblos, que no son israelitas. La mayoría de la gente piensa que todos, excepto los judíos, son gentiles. Pero los judíos son sólo una de las 12 tribus de Israel. Hoy, los judíos se encuentran en el Estado de Israel en Oriente Medio y dispersos por otras naciones. Los descendientes de las otras tribus también continúan existiendo. El difunto Herbert W. Armstrong demostró en su libro Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía que estas tribus perdidas incluyen a los estadounidenses, británicos y europeos noroccidentales. La profecía de Jesús acerca de que Jerusalén será pisoteada se refiere a un tiempo en el que dictadores gentiles autoritarios dominarán a estas naciones israelitas.

El empuje de la izquierda radical a las industrias de emisión de carbono en alta mar y el cierre de plataformas petrolíferas está debilitando a las naciones israelitas del mundo mientras que da poder a las naciones gentiles como China, Rusia e Irán. Incluso muchos alemanes, que han sido grandes defensores de la energía verde y la reducción de los gases de efecto invernadero, se están dando cuenta de que necesitarán mucho petróleo y gas de Rusia para convertir a Europa en una superpotencia. Estas otras naciones salen ganando con la agenda verde de la izquierda radical, por lo que apoyan el objetivo de desmantelar a EE UU.

“Cuanto más débil es EE UU, más vulnerable se vuelve a ser controlado”, escribió el redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, en “De lo que se trata realmente el Acuerdo de París”. “Esto es exactamente lo que quiere la izquierda radical. Está utilizando el tema del medio ambiente, a fin de conseguirlo. La administración de Obama no quería controlar al cambio climático; ¡quería tener a Estados Unidos bajo su control! Los proponentes de acuerdos como éste quieren el control del mundo. ¿De dónde vienen tales ideas? Eso en realidad es una mentalidad muy satánica, explicada en muchos lugares en la Biblia. Esfuerzos para revertir el cambio climático pueden parecer que nacen de buenas intenciones, pero hay un espíritu diabólico detrás de esto. Todo está manchado por el engaño, la intimidación, el matoneo y tendencias autocráticas. ¡Así exactamente piensa el gran espíritu diabólico! Él quiere el control, y usará cualquier medio que pueda para obtenerlo. Él está muy activo en el mundo hoy día, y la controversia del cambio climático es evidencia de ese hecho” (La Trompeta, septiembre-octubre de 2017).

La solución a la difícil situación del planeta y, lo que es más importante, de los seres humanos que lo habitan, no se encuentra en la cop26, ni en el régimen de Obama-Biden, ni en los regímenes de otras naciones. No se encuentra en la ideología de los comunistas ni, de hecho, en la ideología de los conservadores. Se encuentra en la fuente que los comunistas han rechazado y los conservadores han ignorado en su mayoría: la Santa Biblia. Ahí es donde encontrará las profecías precisas de Jesucristo y de los que Él inspiró que describen exactamente los acontecimientos actuales e inminentes. Ahí es donde encontrará las leyes de causa y efecto físicas y espirituales a las que incluso las iglesias del mundo han dado la espalda. Y ahí es donde encontrará esperanza.

Esa esperanza está en Dios y en Sus leyes. Sí, la profecía bíblica muestra que Él permitirá que destruyamos nuestras civilizaciones, la mayoría de nuestra raza humana y gran parte de nuestro hermoso planeta. ¿Por qué? Para que finalmente veamos los efectos completos de nuestra propia naturaleza humana egoísta y engañosa, para que finalmente nos humillemos, para que finalmente nos sometamos a Su ley espiritual perfecta, para que finalmente admitamos que somos incapaces de gobernarnos a nosotros mismos. Entonces, y sólo entonces, podrá Jesucristo tras su regreso establecer una nueva civilización que restaurará y embellecerá a Jerusalén, a la Tierra y el carácter de los seres humanos que viven aquí. 

Este artículo fue traducido del artículo “Weaponizing Environmentalism” de theTrumpet.com.


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