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Aprender de la Historia, o perecer

Aprender de la Historia, o perecer

Aprender lecciones de grandes líderes del pasado es crítico para nuestro bienestar nacional.

Muchas universidades y colegios ya no requieren que los estudiantes tomen Historia. Piensan que no tiene mucho valor. ¡Pero están cometiendo un error mortal monumental! Necesitamos entender porqué.

Hoy escuchamos muchas voces académicas diciéndole a la gente que aprender Historia es de poco o ningún valor. Esa es una tendencia extremadamente peligrosa que podría estar demasiado arraigada como para ser corregida.

Esta plaga en la educación es epidémica entre los pueblos norteamericano y británico. ¡Parece que pocos de nuestros líderes entienden qué desastre tan colosal es este!

George Will escribió esto en su columna del 23 de diciembre de 2001: “Cuando se enseña algo de Historia en la actualidad, frecuentemente se presenta como el relato de lo inevitable, de fuerzas gigantescas e impersonales. El papel de las consecuencias en la Historia es ridiculizado, así que los estudiantes están inmunizados contra la noción ‘antidemocrática’ de que el curso de la Historia puede ser cambiado por grandes individuos” (Times Union; énfasis mío en todo).

Luego, él agregó que nuestra nación probablemente no habría nacido sin la valentía y liderazgo de George Washington. Estuvimos peligrosamente cerca de perder la Guerra Revolucionaria.

El Sr. Will escribió: “Hace doscientas veinticinco navidades, en este lugar se hizo historia. Y en tiempos recientes Lynne Cheney [esposa del Vicepresidente] (…) vino aquí para abogar en favor de que se enseñe la Historia en forma más extensa y con más sabiduría de lo que actualmente…”.

“Cheney resaltó que los eventos de la navidad de 1776 demuestran ‘que esta nación no fue algo inevitable’”.

“El General Washington, comandando fuerzas mal alimentadas, mal vestidas y escasamente estrenadas contra el mayor poder del mundo, había estado en retirada durante casi toda la guerra. Para la noche de navidad de 1776, él necesitaba desesperadamente la victoria y obtuvo una con el ataque sorpresa sobre Trento…”.

“La historia del hombre habría dado un giro diferente si las balas que se deslizaron a través de su ropa durante la Guerra Francesa e India le hubiesen matado”.

¡Grandes individuos cambiaron el curso de la Historia!

El Sr. Will continuó: “La Sra. Cheney recordó una encuesta hecha en 1999 a estudiantes de último año en 55 instituciones de educación superior élite, desde Princeton hasta Stanford, la cual reveló que sólo el 22 por ciento sabía que las palabras ‘gobierno de la gente, por la gente y para la gente’ son del Discurso de Gettysburg. El cuarenta por ciento no sabía que la Guerra Civil sucedió en la segunda mitad del siglo 19 (…) El veinticinco por ciento pensaba que los Peregrinos habían firmado la Carta Magna en Mayflower. (…) Ante la pregunta de quién comandó las fuerzas americanas en Yorktown, la respuesta más frecuente fue Ulysses S. Grant”.

“Tales preguntas no deberían ser difíciles para estudiantes de último año de bachillerato. Pero al momento de la encuesta, ninguna de las 55 instituciones educativas y universidades requerían que se tomara ni un curso de Historia de Estados Unidos. Y el 78 por ciento de los estudiantes se podía graduar sin tomar ningún curso de Historia” (Ibíd.).

¡Qué encuesta tan perturbadora! ¡Más de tres cuartos de los estudiantes no tenían que tomar ni siquiera un curso de Historia!

¿Por qué es tan impactante esta información? En la conclusión del Sr. Will: “… porque como Madison [uno de los Padres Fundadores de Estados Unidos] dijo, en palabras inscritas en un edificio de Princeton, ‘sólo un pueblo bien educado puede ser un pueblo permanentemente libre’”.

¿Estaremos a punto de perder nuestra libertad? ¡La respuesta es un resonante! ¡Si no despertamos, perderemos nuestra libertad y mucho más!

Una ley de la Historia

Uno de los biógrafos más importantes de Winston Churchill, William Manchester, dijo que Churchill “salvó a la civilización occidental”, no sólo a Gran Bretaña y Europa. Más exactamente, el Sr. Churchill fue usado por Dios para salvar a la civilización occidental.

¿Qué tan importante es que aprendamos de esa historia que salvó a la civilización?

Henry Steele Commager escribió a la biografía de Winston Churchill una introducción de Lord Marlborough, un ancestro de él. En ella el Sr. Commager decía: “… el hecho que Churchill leía Historia reafirmó su primera educación exaltando las virtudes heroicas. Él fue romano antes que griego, y así como él admiraba los logros romanos en la ley, el gobierno y el imperio, también se regocijaba en las virtudes romanas del orden, la justicia, el valor, la determinación y la magnanimidad. Estas también eran virtudes británicas y churchilenas (siendo Churchill el símbolo mismo de John Bull [el “Uncle Sam” de Inglaterra]). Él apreciaba, como ley de la Historia, el principio de, que el pueblo que ignora estas virtudes está destinado a la decadencia y la disolución; y el pueblo que las respeta prosperará y sobrevivirá”.

Aprender lecciones de grandes líderes del pasado es crítico para nuestro bienestar nacional. Si ignoramos esas virtudes heroicas de la Historia, nuestras naciones están “destinadas a la decadencia y la disolución”. Pero si las respetamos e imitamos, “prosperaremos y sobreviviremos”.

Esa es una ley de la Historia. ¡Nuestra supervivencia nacional está en juego!

Los profetas antiguos

¿Qué tan frecuentemente hemos escuchado que la Historia se repite? Así es, una y otra vez.

La Biblia contiene muchos libros proféticos, incluyendo los que se clasifican como profetas “mayores” y “menores”. Pero también hay “profetas antiguos” en la Biblia, compuestos por Josué, Jueces, 1 y 2 Reyes, y 1 y 2 Samuel. Estos libros son principalmente acerca de la Historia de Israel. (Solicite nuestro folleto [en inglés] The Former Prophets). Se llaman los profetas antiguos por una razón. Fueron escritos por profetas y están llenos de profecía del tiempo del fin. Si vivimos el mismo estilo de vida que llevaron nuestros ancestros, obtendremos virtualmente el mismo resultado; bueno o malo. La Historia se convierte en profecía. La Historia profetiza el destino de las naciones, ¡ya sea que prosperen o que fracasen!

Esta es “una ley de la Historia”. No es cuestión de suerte o de coincidencia. Es una ley de la Historia. ¡Si quebrantamos esa ley, la ley nos quebranta!

Nuestras naciones viven hoy porque grandes líderes del pasado aprendieron y practicaron virtudes heroicas.

Una encuesta reveló que los niños británicos en edad escolar tienen una ignorancia vergonzosa de la Historia antes de ir a una institución de educación superior. ¡Muchos de ellos creen que Hitler fue el primer ministro que dirigió a Gran Bretaña a la victoria en la Segunda Guerra Mundial!

Estos niños están peligrosamente ignorantes aún de eventos bastante recientes. ¡Nuestras naciones estuvieron cerca de perder la Segunda Guerra Mundial porque rechazaron las advertencias de Churchill por mucho tiempo!

¿Qué tan vital es aprender esa historia?

El Sr. Churchill advirtió contra Adolfo Hitler por casi una década completa, y los pueblos británico y estadounidense se negaron a escuchar. ¡La civilización estuvo a punto de no poder ser rescatada cuando el gong estridente de la realidad resonó!

Si no aprendemos de las advertencias de Churchill de la década de 1930, ¡responderemos demasiado tarde para prevenir una guerra nuclear!

Esta es la perspectiva histórica que debemos tener. Dios preparó a Winston Churchill para salvar a la civilización occidental en la Segunda Guerra Mundial.

No hay un hombre así que esté siendo preparado para salvarnos de la Tercera Guerra Mundial. ¡Pero Dios está enviando una advertencia de cómo podemos salvarnos de una catástrofe nuclear!

Nuestro mensaje de advertencia es del gran Dios, y usted puede comprobarlo. ¿Lo hará?

Las lecciones de la Historia

Commager escribió: “[Churchill] aceptó, instintivamente, la actitud hacia la Historia que la civilización daba por sentada: que la Historia, en palabras de Bolingbroke, era filosofía que enseña con ejemplos. Aún más, él estuvo bastante preparado para ponerse de pié y señalar esos ejemplos. Sin duda podemos decir de Churchill lo que él mismo escribió de Rosebery, que ‘el pasado permanecía todavía a su lado y era el consejero en quien él más confiaba. Él parecía haberse ayudado por el aprendizaje y la Historia, trayendo a los eventos contemporáneos un aire de majestad antigua’”.

“En ningún lugar aparece esto más claramente que su Historia de La Segunda Guerra Mundial, en el ‘Tema Central’ que Churchill le impuso: ‘En la guerra: resolución; en la derrota: desafío; en la victoria: nobleza; en la paz: buena voluntad’. Él leía la Historia como una escritura moral estupenda, y para él esa escritura era, si no divinamente inspirada, al menos autoritativa. Es más, esta era sincera y simple. La Historia era una batalla entre las fuerzas del bien y el mal, la libertad y la tiranía, el futuro y el pasado. Por la mejor de las suertes, el propio pueblo de Churchill (‘esta raza isleña’ como la llamaba él) estaba a favor de lo correcto, del progreso y de lo intelectual; por esa gran suerte, también se le concedió a él ceñirse estas virtudes como una armadura en la lucha por la causa correcta”.

“Si la Historia es filosofía que enseña con ejemplos, ¿qué lecciones enseñó?”

“Primero, la Historia no era sólo la búsqueda en horas de ocio sino que era filosofía y, leídas correctamente, lecciones completas en las que los estadistas podían reflexionar y que podían aplicar”.

“Segundo, la Historia era tanto recuerdo como profecía. Proporcionaba el consejo y el apoyo de la visión de mucho tiempo del pasado y del futuro. La contemplación de las eras que la humanidad había resistido de alguna manera, y sobrevivido, le infundía a los estudiantes paciencia, humildad y coraje; el prospecto de una posteridad que, mil años adelante, podría pronunciar veredicto a una generación que le había dado a la nación ‘su mejor hora’ estimulando la determinación y la esperanza, y fortaleciendo la habilidad para afrontar crisis que parecían insuperables”.

“Tercero, la Historia seguía grandes ciclos: Los mismos asuntos reaparecían, una y otra vez, el mismo drama sucedía, de era en era; y puesto que los hombres de alguna manera habían sobrevivido las vicisitudes del pasado había lugar para esperar que podrían sobrevivir las del presente y el futuro. Gran Bretaña había tenido éxito cuatro veces para rescatar a Europa del control de tiranos: Luís xiv, Napoleón, Káiser William y Hitler; y Gran Bretaña había tenido éxito cuatro veces para salvar a Europa y, con ella, la causa de la libertad y la justicia. Aquí había un patrón que se repetía y que auguraba el bien para el futuro de “esta raza isleña”, y de la humanidad, pues, Churchill veía, que el bienestar de la humanidad estaba inextricablemente entrelazado con el de los pueblos de habla inglesa”.

“Cuarto, la Historia daba testimonio de la importancia vital del carácter nacional, pues el carácter era tan importante para un pueblo como para un individuo, y cada nación debía estar alerta para defenderlo y preservarlo. Churchill no dudaba que cada nación tenía un carácter especial, y al él contemplar los grandes arcos de siglos arribaba a una quinta conclusión: que sobre de todo, ha sido el carácter inglés el que había iluminado los corredores del tiempo; el carácter inglés y el de las naciones hijas de Inglaterra alrededor del mundo, mancillado de vez en cuando pero normalmente era puro, claro y aún luminoso”. ¡Hoy día, el carácter no les es lo suficientemente importante como para ni siquiera surgir como un tema político en Gran Bretaña, ni en Estados Unidos!

Commager continuó: “De todo esto, fluía una sexta lección: que la prueba de la grandeza era la política y la guerra”.

“‘Las batallas’, escribió él en Marlborough, ‘son la piedra angular en la Historia secular. (…) Todas las grandes batallas de la Historia han sido ganadas por los que tienen una fuerza de voluntad superior, que le arrancan la victoria a las probabilidades’. [La fuerza de voluntad de Estados Unidos e Inglaterra ha sido quebrantada (Levítico 26:19)]. Y en otro lugar él concluía inequívocamente que, ‘La Historia de la raza humana es guerra’. Igual como aquellos estadistas a quienes él más admiraba, (Marlborough, Chatham, Wolfe, Clive, Washington y Lee) él mismo era un líder en la guerra; y entre los grandes líderes de guerra él fue un gran historiador de guerra”.

“La Historia, y por supuesto la historia de la guerra, enseñaba una séptima lección, y no sólo a Churchill sino por él: la importancia vital del liderazgo”; hoy día, otro de los fracasos desastrosos en Gran Bretaña y Estados Unidos e Israel moderna (Isaías 3:1-4).

La historia de Nelson

En Una Historia de los Pueblos de Habla Inglesa, Winston Churchill escribió acerca del mayor héroe militar de Gran Bretaña (antes de que fuera eclipsado por Churchill), Lord Nelson. Él relató la historia de cuando la Fuerza Naval Real Británica había bloqueado a Europa con cerca de 40 barcos, impidiendo que los franceses cruzaran el Canal para atacar. Sin embargo, en el otoño de 1805, Napoleón concentró sus buques de invasión en Bologna, creyendo, según escribió Churchill, “que las flotas británicas estaban dispersas y que había llegado el momento para invadir”.

La batalla decisiva tomó lugar en las aguas distantes del Cabo de Trafalgar, España. Tenían superado a Nelson en número y fuerza militar. Al amanecer del 21 de octubre, “él vio desde el alcázar del Victory la línea de batalla del enemigo que consistía de un escuadrón de avance de 12 buques españoles (…) y 21 buques franceses al mando de Villanueva”. Nelson les indicó a sus capitanes que se formaran para el ataque en dos columnas. Luego noten lo que él hizo.

“Nelson bajó a su cabina para componer una oración”, escribió Churchill. ‘Que el gran Dios a quien yo adoro garantice a mi nación y para el beneficio de Europa en general una victoria grandiosa y gloriosa (…) En cuanto a mí, yo encomiendo mi vida a Él, quien me hizo, y que Su bendición brille en mis esfuerzos por servir a mi nación fielmente’”.

“Las flotas se estaban acercando más y más. Otro mensaje salió del Victory: ‘Inglaterra espera que todos los hombres cumplan su deber’”.

“Un silencio de muerte cayó sobre la flota a medida que los buques se acercaban. Cada capitán escogió a su adversario, y en unos pocos minutos las dos columnas inglesas arremetieron en acción (…) El Victory se lanzó entre los dos barcos delanteros de Villanueva, el Bucentaure y el Redoutable. Los tres buques permanecieron entrelazados, cañoneándose los lados. Nelson caminaba como si estuviera marchando en un desfile sobre el alcázar del barco, cuando a la 1:15 p.m. recibió un impacto de bala en el hombro desde el tope del Redoutable. Le fracturó la columna, y fue llevado abajo en medio del estruendo de los disparos del Victory. (…) En el registro del Victory aparece el pasaje: ‘Los disparos parciales continuaron hasta las 4:30, cuando habiéndosele reportado de la victoria al Digno y Honorable Vizconde Señor Nelson, Tribunal del Rey y comandante en jefe, él murió de su herida’”.

Esta fue una de las mayores batallas marítimas de la Historia. Salvó al Imperio Británico. Parecía que sobrepasaban al Capitán Nelson en número y fuerza militar. ¿Pero lo estaba? Él acudió a Dios con una oración poderosa. Encomendó su vida a su Creador.

Nelson sacrificó su vida por el Imperio Británico, y Dios le dio la victoria.

¿Qué tan importante es tal ejemplo de fe en nuestros libros de Historia? ¿Cuál es la lección inspiradora de éste líder?

¿Aprenderemos de la Historia? ¿O Estados Unidos y Gran Bretaña tendrán que aprender que Dios salva a las naciones de la manera difícil, siendo derrotados por confiar en sí mismos en lugar de Dios?

Dios salvó la Unión

La mayoría de la gente no comprende cuán cerca estuvimos de dividir a esta nación para siempre en la Guerra Civil Estadounidense. La razón por la cual no sucedió es que Dios usó a un hombre para salvar la República.

Abraham Lincoln temió profundamente que la República se colapsara. Él acudió a Dios por ayuda. Sienta la emoción en sus palabras. El Sr. Lincoln, en una proclamación del 30 de marzo de 1863, declaró un día de oración y ayuno: “Es el deber de las naciones, así como de los hombres”, escribió él, “depender del poder supremo de Dios (…) y reconocer la verdad sublime, anunciada en las Santas Escrituras y probada por la Historia, que sólo son bendecidas aquellas naciones cuyo Dios es el Eterno (…) Hemos sido los receptores de los dones más escogidos de los cielos. Hemos sido preservados, por muchos años, en paz y prosperidad. Hemos aumentado en número, riqueza y poder como ninguna otra nación lo ha hecho, pero nos hemos olvidado de Dios. Hemos olvidado la mano de gracia que nos preservó en paz, y nos multiplicó y enriqueció y fortaleció; y hemos imaginado vanamente, en el engaño de nuestros corazones, que todas estas bendiciones fueron producidas por alguna sabiduría y virtud superiores provenientes de nosotros mismos”.

¿Cuántos de nuestros líderes hoy declararían un día de ayuno y oración? ¿Tienen ellos suficiente conocimiento de la Biblia para saber lo que el Sr. Lincoln quiso transmitir al decir que estaba “anunciado en las Santas Escrituras y probado por toda la Historia, que sólo son bendecidas aquellas naciones cuyo Dios es el Eterno”? El Sr. Lincoln sabía que esa era una “verdad sublime”. Hermosamente sublime. Este presidente sabía que la Historia secular y bíblica prueba ese hecho. Dios bendice por la rectitud y maldice por el pecado.

En medio de la Guerra Civil, Lincoln dijo: “¡Hemos olvidado a Dios!” Lincoln tuvo la fe y el coraje político para reprochar a su nación.

¡Fue así como Estados Unidos se salvó! ¿Pueden nuestros estudiantes universitarios aprender de tal Historia? ¡El destino de nuestras naciones depende de esto! ¡Aquellos estudiantes deberían estar aprendiendo del liderazgo y la fe del Sr. Lincoln!

Ahora estamos en guerra contra el terrorismo. ¿Nos dirá nuestro Presidente que hemos olvidado a Dios? ¡Claro que lo hemos olvidado! Para ganar esta guerra se requerirá la fe que Abraham Lincoln tenía. ¡Sin esta, perderemos!

Así de importante es que aprendamos de la Historia.

Mein Kampf

La mayoría de la gente en la década de 1930 estaba casi totalmente desapercibida del gran diseño de Adolfo Hitler. Eso sucedió porque ellos ignoraban la historia de Hitler mismo. Él había descrito su plan maestro en su libro, Mein Kampf [Mi Lucha].

Cerca de 50 millones de personas fueron asesinadas en la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuántas vidas podrían haberse salvado si hubiésemos leído Mein Kampf prestándole atención, y luego usado nuestro poder para detener a Hitler antes que él pudiera hacer tanto daño?

Los rusos hicieron un pacto con Hitler al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Estaban deleitados, aunque no debieran haberlo estado. Hitler había escrito en Mein Kampf que él debía conquistar a la Unión Soviética (urss). La urss fue o ignorante de la historia de Hitler o no creyeron lo que él dijo y escribió.

Como la mayoría de la gente sabe, Hitler más tarde marchó contra los rusos.

¡El mundo finalmente le creyó a Hitler cuando Mein Kampf se convirtió en una realidad aterradora!

De manera similar, Osama Bin Laden escribió y habló acerca de cómo él iba a atacar y aterrorizar a Estados Unidos. La mayoría del pueblo ignoró su declaración de guerra.

Ni siquiera cuando él bombardeó el World Trade Center en 1993, supimos o creímos sus amenazas, aunque esa había sido la primera vez que Estados Unidos fue atacado dentro de sus fronteras por terroristas.

Cuando sucedió el ataque terrorista del 11 de septiembre en 2001, finalmente creímos los discursos y escritos de Laden. Pero sólo después que algunas de sus amenazas nos habían afligido profundamente.

La gran tragedia es que hemos aprendido poco, si es que algo, de la historia perversa de Hitler y Bin Laden.

Aprendiendo de la Historia

Manfred Weidhorn, en su libro Sword and Pen [Espada y Esfero], acerca de Winston Churchill dijo: “Tratando de evaluar el significado trascendental de los eventos, Churchill cavila sobre el problema de la perspectiva histórica. Los sucesos tienen un significado en el momento en que pasan, y otro cuando se convierten en parte de la Historia”.

Muchas personas han llamado al Sr. Churchill un profeta. La razón principal es que, él trató de “evaluar el significado trascendental de los eventos” con una perspectiva histórica. Todos los seres humanos son débiles en esta área, pero debemos luchar por ver no sólo el presente, sino también el pasado y el futuro.

El Sr. Churchill también dijo que entre más lejos vea usted en el pasado, más lejos podrá ver en el futuro.

Lo que necesitamos realmente es la perspectiva de Dios. Debemos evitar el razonamiento humano (2 Corintios 10:5) y en cambio razonar con Dios (Isaías 1:18).

“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11). Dios nos dejó ejemplos en la Historia. Estos fueron registrados en el Antiguo y el Nuevo Testamento para educarnos. Pero pocas personas prestan atención a las advertencias de Dios. Vamos a pagar el precio máximo si no aprendemos estas lecciones inspiradas por Dios.

En este tiempo del fin, el 95 por ciento del pueblo de Dios se ha desviado porque no siguió el ejemplo del Sr. Armstrong, así como él siguió a Cristo. (Para obtener más información, solicite una copia gratuita del Mensaje de Malaquías).

La solución a todo esto no está en ser liberal o conservador. Los liberales creen en el individualismo, lo cual frecuentemente significa que confían en su propio razonamiento humano. Los conservadores creen que la gente debe aprender de la Historia, pero frecuentemente dejan a Dios fuera del cuadro. Ni los liberales ni los conservadores confían en Dios como debieran. Demasiados de sus puntos de vista están contra Dios, y esa es la peor plaga de todas. Generalmente ellos aprenden peligrosamente poco de la Historia secular o bíblica.

Sin embargo, la ley de la Historia está allí todavía. La vida será extremadamente difícil a menos que aprendamos esta inmutable ley de la Historia.