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iStock.com/FRWOOAR

Alentar la fluidez de género es abuso infantil

Los psicólogos ahora dicen que un niño de 2 años sabe que es transgénero. Ellos están empujando a estos niños a toda una vida de miseria.

Muchos vocablos nuevos han entrado a nuestro idioma que han cambiado poderosamente la estructura familiar estadounidense y occidental, a los sistemas legales, el ejército, la política y a las normas sociales; palabras como cisgénero, fluidez de género, (genero) no binario , pansexualidad, transexualidad y transgénero . Un cisgénero es un individuo que se identifica con su sexo de nacimiento. Un no binario o pansexual es aquel que aún no se decide, no se identifica como hombre o como mujer. Un transexual, o transgénero, ha cambiado o está en proceso de cambiar su sexo de nacimiento, por lo general con ayuda de una intervención médica.

El transgenerismo ocupó grandes titulares cuando el medallista de oro olímpico Bruce Jenner se cambió a Caitlyn Marie Jenner y cuando el Estado de Carolina del Norte tuvo un revuelo legal sobre si los niños escolares transgénero podrían usar los baños que coincidieran con sus nuevas identidades.

Ahora dicho movimiento continúa su marcha hacia un nuevo territorio. ¿Y cuál es este nuevo ámbito? Es la salud física y mental de niños muy pequeños.

El director de salud mental de la Universidad de California en San Francisco, ahora afirma que los niños de 2 años de edad pueden saber si son transgénero. Según la Dra. Diane Ehrensaft, un niño de 2 años puede saber si él debió haber nacido niña, y una niña puede saber, a los 2 años, que ella debió haber nacido como niño.

“Nosotros esperamos de un niño de 2 años que reconozca ‘Soy un niño. Soy una niña”, explica ella. “Entonces, ¿por qué no se puede aplicar eso también, a los niños transgénero?”.

La psicología infantil se volvió loca

La Dra. Ehrensaft tiene historial como defensora de que los niños determinen por sí mismos si ellos son transgénero. Ella apoya el Campamento Rainbow Day al norte de California, al cual pueden asistir jóvenes transgénero de hasta cuatro años de edad. Según ella, el campamento ha experimentado un “mar de cambio, quizás hasta se pueda llamar un tsunami, en la cantidad de niños pequeños que aparecen con sus familias”.

¿Qué pasa si un niño quiere ponerse vestidos? “Yo diría, consígale los vestidos”, dice Ehrensaft. “Dele a su hijo la libertad de escoger. Quizás, ellos dejarán de ponerse vestidos. Quizás, crecerán y serán gay” (cnsNews.com, 14 de agosto).

Ehrensaft sugiere que los padres escuchen cuidadosamente cómo sus hijos “usan los [pronombres] en referencia al género”, que identifiquen si hay frustración respecto a sus propios genitales, y tomen en serio cuando un niño quiere usar vestido o una niña quiere jugar con camiones. Esta última sugerencia se llama, en términos profesionales, “juego de expansión de género”.

cnsNews.com ofreció consejo a los padres de otra experta en género, Johanna Olson-Kennedy, del Centro para la salud y desarrollo de jóvenes trans del Hospital de niños en Los Ángeles. Ella recomienda “que los padres salgan un fin de semana con su hijo para aprender más sobre sus preferencias de género”. ¿Y llevarlos a la playa, al zoológico o a un parque de diversiones? No. “Pase un fin de semana como un género diferente, y vea lo que aprende (…) dejándolos usar un pronombre diferente o un vestido u otra ropa de su elección”.

Yo pregunto: ¿Qué le ha sucedido a las mentes humanas, como para que pudieran pensar o defender tales cosas?

Soy padre de cuatro hijas y tengo nueve nietos. Ninguna de mis hijas cuestionó jamás su sexo de nacimiento. Ninguno de mis nietos (cinco niñas y cuatro niños) ha exclamado, “Yo debí haber sido un niño”, o “Yo debí haber sido una niña”.

¿Qué niño o niña de dos años, recién aprendiendo a hablar, no ha confundido a veces sus pronombres? ¿Cómo puede una niña de dos años al jugar con los autos o camiones de su hermano representar una confusión de género? Se necesita la mente de un adulto para ver esta inocencia, como una manifestación de ser transgénero.

Adultos, seamos verdaderamente honestos. Jugar al travestismo con un niño es la mejor forma de introducir confusión a la mente de él en relación con su identidad sexual.

La nueva normalidad

La Dra. Michelle Cretella, médica pediatra y presidente del Colegio Americano de Pediatras, tiene una visión diferente de la ideología transgénero. Ella lo ve como una infección que está trastornando la política y el sistema legal estadounidense.

“La ideología transgénero no solo está infectando nuestras leyes. Está penetrando las vidas de los más inocentes entre nosotros (los niños) y con el visible apoyo creciente de la comunidad médica profesional”, escribió ella para el Daily Signal. “He sido testigo de un vuelco del consenso médico sobre la naturaleza de la identidad de género. Lo que los doctores antes trataron como una enfermedad mental, ahora es mayormente aprobado e incluso promovido como normal por la comunidad médica” (3 de julio; énfasis añadido en todo).

El diagnóstico para niños afligidos por su sexo biológico solía llamarse “desorden de identidad de género”. En 2013, el término fue cambiado a “disforia de género”. Desorden significa “un estado de confusión”, mientras que disforia significa “un estado de inquietud”. Este cambio lo logró la tan a menudo invisible mano del movimiento transgénero.

En 2014, había solo 24 “clínicas de género” pediátricas a lo largo de la Costa Este y en California, para ayudar a los niños afligidos por su sexo biológico. Para 2015, había 40 por toda la nación. “Con 215 programas de residencia pediátrica que actualmente forman a futuros pediatras en un protocolo de apoyo para la transición y con el cual tratan a niños con disforia de género, las clínicas de género están destinadas a proliferar”, dijo la Dra. Cretella.

Aquí está el problema con el aumento en el número de clínicas.

Los niños que “consistente y persistentemente insisten” en que no son del sexo de su nacimiento son considerados transgénero de nacimiento. (“Ignoran convenientemente el hecho de que, en la vida normal y en psiquiatría, cualquiera que ‘consistente y persistentemente insiste’ en cualquier cosa contraria a la realidad física es considerado o confundido o delirante”, escribe la Dra. Cretella). Luego, los profesionales médicos entrenados recomiendan a los padres adherirse a un protocolo de apoyo para la transición: ellos deben actuar como que el niño o niña es del género que él o ella desea. Cuando el niño tiene 11 o 12 años, los padres deberán suministrarle medicamentos inhibidores de la pubertad. Si para la edad de 16 años, el niño o niña todavía cree estar atrapado en el cuerpo equivocado, deberá recibir terapia de hormonas de sexo cruzado, y las niñas podrían someterse a una doble mastectomía. “Las operaciones de reasignación genital no se recomiendan antes de los 18 años, aunque algunos cirujanos recientemente han dado argumentos en contra de esta restricción”, continuó la Dra. Cretella.

A mí, nada de esto me suena como algo normal.

Abuso infantil a gran escala

La Dra. Cretella confirmó la opinión de Ehrensaft, que la cantidad de niños que afirman ser transgénero está aumentando dramáticamente. Solo en el Reino Unido desde 2009 se ha visto un aumento del 2.000 por ciento en pacientes remitidos. “El movimiento transgénero ha ganado terreno en la comunidad médica y en nuestra cultura al ofrecer una narrativa profundamente defectuosa”, escribió ella (ibíd.). Ella cree que el movimiento transgénero ha abierto la puerta a un abuso infantil a gran escala. Usted puede leer los detalles que echan por tierra, a las fallidas afirmaciones del movimiento transgénero, en su artículo completo.

“Estos profesionales están usando el mito de que la gente nace transgénero para justificar una experimentación masiva, no controlada y sin consentimiento con niños en una condición psicológica que de otro modo se resolvería después de la pubertad en la gran mayoría de los casos”, advierte la Dra. Cretella. “Las instituciones actuales que promueven el apoyo para la transición están empujando a los niños a imitar al sexo opuesto, enviando a muchos de ellos por el camino de medicamentos inhibidores de la pubertad, la esterilización y la remoción de partes saludables del cuerpo, sin mencionar el daño psicológico” (ibíd.).

La vida de un niño pequeño es preciosa. Es natural que los padres sean protectores. Una de las mayores tácticas de miedo que los partidarios del transgénero lanzan a los padres es que ellos deben permitir la transformación de género para prevenir el suicidio. Ésta es una gran mentira. En Suecia, uno de los países del mundo que más apoya al grupo lgbt, la tasa de suicidios de adultos que se sometieron a una reasignación de sexo, es 20 veces mayor que la de la población general.

“Este daño representa nada menos que institucionalizar el abuso infantil. La ética coherente exige poner fin inmediato al uso de la supresión de la pubertad, la terapia de hormonas, y las operaciones de reasignación de sexo en niños y adolescentes, como también poner fin a la promoción de la ideología de género a través de los planes de estudio de las escuelas y en las políticas legislativas”, afirmó la Dra. Cretella (ibíd.). Éste es un deseo loable. Pero tristemente, es poco probable que la Dra. Cretella y sus pares, aparezcan en nuestros noticieros nocturnos o en nuestros periódicos nacionales. Ellos ya tienen muchas dificultades, en su intento de lograr una amplia difusión de su mensaje.

Destrucción de la familia bíblica

Esta tendencia es parte de un plan muy bien organizado para destruir la familia bíblica, conocida comúnmente como familia tradicional. Y eso ya ha estado ocurriendo por décadas. La Dra. Ehrensaft admite su parte en este movimiento en un libro del cual es coautora, titulado Mi hijo usa tacones. “Hace mucho tiempo, crecí y me convertí en una feminista en la década de 1960. Mirando atrás a ese entonces, todos pensábamos estar levantando algo de polvo, y estábamos felices por eso”, escribió ella. “No teníamos idea de que habíamos comenzado una avalancha, potentes temblores que pusieron en marcha, junto con nuestros aliados en el movimiento lgbtqi, una nueva era en la cual la homosexualidad se eliminaría como un desorden mental del Manual de Diagnóstico Estadístico (1973), el matrimonio homosexual sería legalizado en Estados Unidos (2015), y la terapia reparativa para tratar de enderezar la identidad del género de los menores [buscando cambiar la orientación homosexual de una persona] sería prohibida en varios estados de Estados Unidos y una provincia en Canadá. (…) Una era en la que incluso los departamentos de juguetería de las tiendas Target no separan por géneros los juguetes (lo cual anunciaron en el verano de 2015); definitivamente estamos en un mundo completamente nuevo”.

En el olvido está el hecho de que un Dios Creador Supremo y Todopoderoso hizo a un hombre y a una mujer del polvo de la tierra. La historia de este evento está registrada, en forma simple y hermosa, en las primeras páginas de la Biblia: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). Puede leer más detalles sobre la creación de Adán en Génesis 2:7, y de Eva en los versículos 21-23. Después, el mismo día de su creación, Dios instituyó el matrimonio, haciendo de estos dos seres humanos —un hombre y una mujer— ¡una familia!

Tristemente, poco después, ese hombre y mujer rechazaron al Dios que los creó, y el camino de vida que Él les había trazado. Ellos pensaron que podían idear algo mejor. La humanidad ha sido cortada de Dios y ha vivido vidas miserables desde entonces (Génesis 3:22-24).

El mismo Dios que creó un hombre y una mujer ha afirmado claramente que la homosexualidad, el lesbianismo, el transgenerismo e incluso el travestismo son incorrectos (Levítico 20:13; Deuteronomio 22:5; Romanos 1:26-27). El apóstol Pedro advirtió que aquellos que cometen tales pecados, a menos que se arrepientan, enfrentarán un castigo severo (2 Pedro 2:6).

¿Puede Diane Ehrensaft ofrecerle a este mundo algo mejor que lo que Dios les ofreció a nuestros primeros padres? Lea cuidadosamente lo que ella escribe: “A medida que transcurre el siglo xxi, somos testigos de una explosión en el reconocimiento, entendimiento y celebración de personas de todos los géneros y sexualidades. El género solía ser la piedra angular, y ahora lo hemos convertido en rocas en movimiento. El matrimonio solía ser la providencia exclusiva de un hombre y una mujer y, debo añadir, de un hombre y una mujer que comenzaron de esa manera. Ahora reconocemos el matrimonio como la amorosa unión entre dos personas de cualquier género y cualquier identidad sexual” (ibíd.). Esta psicóloga celebra la destrucción del género como fundamento de la sociedad humana; ella celebra que (de acuerdo con la ley del hombre) el matrimonio ya no es la propiedad exclusiva de un hombre y una mujer. Ella celebra la homosexualidad y el travestismo. ¿Podemos ver que ella también celebra confundir a los niños pequeños?

Lo que los psicólogos no saben

“Como psicóloga clínica, me rige el juramento que dicta las acciones de todos los profesionales médicos y de salud mental: No hacer daño. Pero todos alrededor mío, médicos, psiquiatras y terapistas infantiles están precisamente haciendo daño. En clínicas y salas de consulta privada a los padres se les aconseja quitarles a sus niños las muñecas y las medias rosadas o hacer que sus niñas se dejen crecer su corte rapado; a las madres y padres se les indica que ignoren o castiguen las expresiones de género ‘inapropiadas’ de sus hijos y pongan atención o recompensen solo las ‘apropiadas’; y las familias son enviadas a casa a asegurarse de que los niños no conformes con su género sean redirigidos a amistades del mismo sexo, o a su padre del mismo sexo como el principal o único padre con el cual identificarse”, escribe Ehrensaft (Género de nacimiento, género hecho: criando hijos saludables no conformes con su género). Seamos razonables. ¿Quién está realmente dañando a los niños? Debería ser fácil responder esa pregunta.

Herbert W. Armstrong, el más importante teólogo del siglo xx, escribió un artículo pionero titulado “Lo que los psicólogos no saben sobre la crianza de los niños”. Él escribió: “Los psicólogos que rechazan la Palabra de Dios revelada no pueden enseñarle a usted correctamente cómo criar a sus hijos. Ellos no saben lo que es la mente humana” (La Pura Verdad, octubre de 1984). Todos los padres deben aprender que eliminar la confusión de género es asunto de una crianza apropiada de los niños.

Toda crianza infantil apropiada comienza con el entendimiento de cómo Dios creó la mente humana. “Adán, el primer hombre creado, fue creado con un espíritu en él”, escribió el Sr. Armstrong. “El espíritu no era un ‘alma’. El hombre físico que respira era el alma (Génesis 2:7). El espíritu en él no le impartía vida. Su respiración le impartía el aliento de vida a su sistema circulatorio. Así lo dice Dios” (ibíd.). Esta es una revelación bíblica asombrosa que pocos entienden actualmente. Estudie Job 32:8 y 1 Corintios 2:11.

“Adán fue creado con un espíritu humano mediante el cual, por sí mismo, podía adquirir conocimiento”, continuó el Sr. Armstrong. El hombre ha sobresalido en la adquisición de conocimiento sobre cómo tratar con las cosas materiales. Sin embargo, el Sr. Armstrong explicó que el hombre necesitaba otros dos importantes tipos de conocimiento, para tener una vida verdaderamente feliz y exitosa: el conocimiento de cómo construir una relación con Dios; y de cómo tener una relación con los demás, especialmente con aquellos de su familia inmediata.

Adán necesitaba el Espíritu Santo de Dios para obtener estos otros dos tipos de conocimiento. El Sr. Armstrong explicó: “El Espíritu Santo le habría impartido el conocimiento para tener el contacto y relación con Dios, para saber cómo llevarse bien con sus compañeros, y cómo tratar a su pareja y criar a sus hijos. Pero Adán rechazó el Espíritu de Dios (el árbol de la vida) y tomó por sí mismo el conocimiento del bien y el mal” (ibíd.). Vivimos en el mundo que Adán y Eva comenzaron, un mundo en rebelión contra su Creador.

Entonces, ¿dónde nos deja esto respecto al tema del transgenerismo? Los niños nacen con el mismo espíritu humano que un adulto. Un niño puede pensar, razonar y tomar decisiones. Pero al momento del nacimiento, la mente de un niño es una pizarra en blanco. Se le debe enseñar a pensar y razonar correctamente. Se le debe enseñar acerca del género y los propósitos ordenados por Dios detrás del sexo. Los niños deben ser educados en cómo ser hombres; a las niñas se les debe enseñar cómo ser mujeres. Los padres deben enseñar a sus hijos e hijas acerca del uso apropiado de la ropa y vivir una vida con moralidad sexual. Los padres deben enseñar a sus hijos a vivir por y obedecer todos los Diez Mandamientos de Dios. Esto va en contra de todo el pensamiento moderno, pero es la única manera de resolver los crecientes problemas sociales de este mundo.

El Sr. Armstrong habla extensamente sobre esta enseñanza del espíritu humano y el propósito y planes de Dios para la humanidad en su libro El increíble potencial humano . Nos complacería enviarle este libro de forma gratuita y sin seguimientos. [¡Solicítelo hoy!] 

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