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HOSHANG HASHIMI/AFP/GETTY IMAGES

Afganistán, el Talibán y ‘la última hora’

¡El mundo está siendo testigo de la desintegración no sólo de la esperanza en Afganistán sino del imperio estadounidense!

Qué acontecimiento tan importante es éste. Acabamos de empezar nuestro 21º año académico en el Herbert W. Armstrong College. A nuestros estudiantes se les enseña la forma de vida de Dios, incluyendo la comprensión y la proclamación de la profecía bíblica. Y aquí estamos, viendo cómo se desarrolla un cumplimiento profético impactante sobre el terrorismo islamista, exactamente como lo vimos hace 20 años.

Mi padre, el redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, anunció en mayo de 2001 que la civilización humana había entrado en la “última hora” profetizada por el apóstol Juan. (Solicite su ejemplar gratuito de La última hora.) Unos tres meses después, inauguramos el colegio. Y casi inmediatamente el mundo vio aterrorizado, en directo, cómo 19 terroristas islamistas secuestraban y volaban tres aviones de pasajeros contra el World Trade Center de Nueva York y el Pentágono, y un cuarto avión se estrellaba en Pensilvania. Con el resto del mundo, un mundo cambiado, lo vimos por televisión conmocionados. Ese día fueron asesinados 2.996 estadounidenses. Ahora hay imágenes de la carnicería que está llevando a cabo el mismo régimen islamista que ayudó a perpetrar el 11 de septiembre.

Qué señal tan seria de que realmente habíamos entrado en la última hora. Y ahora, 20 años después de una guerra originada por esa atrocidad —que está culminando con aún más atrocidades— vemos lo mal que se está poniendo la situación y lo mal que se va a poner.

Los atentados terroristas del 11 de septiembre conmocionaron a los estadounidenses. La asistencia a las iglesias se incrementó, el patriotismo aumentó, los partidos políticos temporalmente dejaron a un lado sus diferencias, los aliados se alinearon y el presidente George W. Bush pronunció un discurso incitante, diciendo: “Los terroristas son traidores a su propia fe, intentando, en efecto, secuestrar el propio islam. (…) Nuestro enemigo es una red radical de terroristas y todos los gobiernos que los apoyan. Nuestra guerra contra el terror comienza con al Qaeda, pero no termina ahí. No terminará hasta que cada grupo terrorista de alcance mundial haya sido encontrado, detenido y derrotado”.

El presidente Bush se enfocó en al Qaeda, el grupo terrorista islamista liderado por Osama bin Laden, y le dijo al régimen talibán de Afganistán que lo entregara y expulsara a los miembros de su grupo. Los talibanes se negaron, y el 7 de octubre de 2001, las fuerzas de Estados Unidos invadieron Afganistán. La Operación Libertad Duradera les obligó a abandonar el poder. El 17 de diciembre de 2001, la revista Time publicó una portada con el título “Los últimos días de los talibanes”.

Sin embargo, la Trompeta pronosticó audazmente que Estados Unidos perdería su guerra en Afganistán. No nos basamos en el número de tropas, la superioridad armamentística, la estrategia de guerra o la moral: lo basamos en la profecía bíblica.

Nosotros escribimos que Estados Unidos perdería en Afganistán porque los estadounidenses no se habían arrepentido de sus pecados y, por lo tanto, aunque tuviéramos un poder militar superior, nuestro orgullo por ese poder estaba quebrantado. También señalamos profecías específicas sobre el islam radical.

La Trompeta a menudo ha dicho que el rey del sur (Daniel 11:40) probablemente sea un país poderoso de Oriente Medio que lidera una coalición de naciones unidas por el islamismo radical”, escribió el editor jefe Joel Hilliker en la Trompeta de noviembre de 2001. “Es la religión la que alimenta los objetivos asesinos de los terroristas y, como hemos dicho antes, la religión es lo que unirá a esta potencia internacional mixta y generalmente fracturada. Ninguna profecía bíblica habla específicamente de un conflicto directo entre Estados Unidos y el rey del sur. En cambio, la profecía habla explícitamente de la destrucción de esta potencia del Oriente Medio por el ‘rey del norte’: la Unión Europea. Dese cuenta de lo que esto significa: Estados Unidos no será el vencedor en esta guerra. Lo será Europa”.

En los 20 años que han pasado desde que se escribieron esas palabras, Estados Unidos ha gastado 2,3 billones de dólares en la guerra de Afganistán. Ha sacrificado a más de 6.000 soldados estadounidenses y contratistas militares. El objetivo era impedir que los talibanes regresaran al poder.

Ahora el gobierno de Biden se ha retirado abruptamente.

“No fuimos a Afganistán para construir una nación”, dijo Joe Biden el 8 de julio. “Es el derecho y la responsabilidad del pueblo afgano por sí solo decidir su futuro y la manera en que quiere dirigir su país”. A continuación, fijó el 11 de septiembre como fecha límite para la retirada de las tropas de Afganistán.

Mucha gente pensó inmediatamente en la retirada histórica y vergonzosa de Estados Unidos de Saigón, Vietnam, hace 46 años, y en la icónica imagen de docenas de personas amontonadas en una azotea para intentar subir a un solo helicóptero y escapar. Cuando se le preguntó al respecto, Biden dijo: “No va a haber ninguna circunstancia en la que se vean personas siendo trasladadas de la azotea de una embajada de Estados Unidos en Afganistán. No se puede comparar en lo absoluto”.

Eso fue en julio. Ahora estamos en agosto. Y estamos viendo reportes de helicópteros estadounidenses llevándose personas desde el techo de una embajada de Estados Unidos en Afganistán.

El ejército estadounidense abandonó la Base Aérea de Bagram en plena noche sin siquiera notificar al ejército y al gobierno afgano que ayudamos a establecer. Nos fuimos tan rápido que dejamos atrás miles de vehículos civiles y cientos de vehículos blindados. Ahora los talibanes han conquistado la capital de Afganistán y los insurgentes terroristas están posando con municiones, Humvees e incluso helicópteros Black Hawk.

Y hasta ahí llegó eso de que “nuestra guerra contra el terror (…) no terminará hasta que cada grupo terrorista de alcance mundial haya sido encontrado, detenido y derrotado”. Después de 20 años de guerra, lo único que Estados Unidos ha conseguido en Afganistán es proporcionarles a los terroristas que destruyeron el World Trade Center armamento nuevo para futuros ataques y le estamos demostrando al mundo que realmente somos tan débiles como parecemos.

El periódico oficial del Partido Comunista Chino dijo que la derrota de Estados Unidos “demuestra que Washington es un ‘aliado poco fiable’ que siempre abandona a sus socios o aliados para buscar su propio interés”. Tanto los aliados estadounidenses como sus enemigos saben que el ejército más poderoso de la Tierra no tiene la voluntad de derrotar a un grupo de tribus nómadas. Este hecho seguramente envalentonará a Irán, China, Rusia y otros enemigos para enfrentarse a Estados Unidos. ¿Y por qué no habría de hacerlo? Qué desastre tan vergonzoso estamos cometiendo.

“El arma más importante en el arsenal impío de los enemigos de Occidente, es su comprensión de que Occidente ya no está dispuesto a hacer lo que tiene que hacer para defenderse”, escribió la comentarista política Melanie Phillips en “The Rout of America” (La retirada de Estados Unidos). “Ya no está dispuesto a participar a largo plazo. Ya no tiene el estómago para luchar. En un contraste nefasto, los yihadistas adoptan la perspectiva más larga posible. Llevan librando una guerra santa contra los enemigos del islam —como los consideran ellos— desde el siglo vii; y para ellos esta guerra santa no terminará hasta que todo el mundo esté bajo el dominio islámico o hasta que el propio mundo se acabe, lo que ocurra primero”.

Ahora esos yihadistas se están apoderando de Afganistán, prometiendo a sus combatientes “esposas” (de hasta 15 años) de entre la gente que conquistan, y ejecutando a los afganos que ayudaron a Estados Unidos y a sus aliados que intentaban construir una nación mejor para sí mismos.

¡Lo que el mundo entero está presenciando es la desintegración moral, social, política, financiera y militar del imperio estadounidense!

Esta desintegración se ha intensificado dramáticamente en estos 20 años desde que mi padre anunció que la humanidad había entrado en la “última hora”. Esa profecía se basó en las profecías que Herbert W. Armstrong comenzó a publicar después de la Guerra de Corea. Él escribió en La Pura Verdad de octubre de 1961 que “a menos que Estados Unidos en su conjunto se arrepienta y retorne a lo que se ha convertido en un eslogan hueco en sus dólares: ‘En Dios confiamos’, ¡Estados Unidos de Norte América ha ganado su última guerra! ¡Lo dije cuando no ganamos en Corea! (…) ¡Lo digo de nuevo, ahora que el gobierno de Estados Unidos avaló este fiasco cubano —su presidente dio ‘la luz verde’— y Dios, el Dios que Estados Unidos ha abandonado, ¡le entregó su derrota más humillante! ¿Qué significa el desastre cubano? Significa, Sr. y Sra. Estados Unidos, ¡que la escritura está en su pared!”.

¡Estas previsiones del Sr. Armstrong y de mi padre se basan en profecías bíblicas reveladas! La Santa Biblia contiene cientos de profecías sobre naciones específicas, más específicamente sobre la decadencia y caída de Estados Unidos y otros descendientes modernos del antiguo Israel. Puede leer estas profecías por sí mismo en el libro del Sr. Armstrong Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía. El hecho de que la administración Biden se haya rendido unilateralmente a los talibanes es una prueba viviente de lo mucho que ha caído Estados Unidos. Y si la nación no se arrepiente, ¡la escritura realmente está en la pared! 

Boletín, AD