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Abraham Lincoln: ‘Como un profeta de Dios’

ALEXANDER GARDNER/DOMINIO PÚBLICO

Abraham Lincoln: ‘Como un profeta de Dios’

Como Herbert W. Armstrong, mi padre se ha enfocado en Abraham Lincoln una y otra vez. ¡Él dijo que Lincoln era “como un profeta de Dios” para Estados Unidos! Lincoln, al igual que los profetas acerca de los cuales leyó, creyó en Dios y estudió Su Palabra. Como los profetas, él tenía un mensaje. Y como en los días de los profetas, nuestro pueblo pudo sobrevivir e incluso evitar lo que se avecina, si hacen caso. En su programa de La Llave de David titulado “Cómo ganó Lincoln la Guerra Civil”, mi padre dijo que “si realmente siguiéramos el ejemplo de Lincoln y el de muchos estadounidenses durante la Guerra Civil, podríamos evitar esa sangrienta guerra civil. Podríamos evitarla por completo”.

Abraham Lincoln se convirtió en presidente en 1860. Un mes después estalló una guerra que mató a más estadounidenses que todas las demás juntas. Cuatro años después, la guerra y su vida terminaron. Él tuvo una ventana estrecha y una pequeña oportunidad para dejar su huella. En esos cuatro años, su educación, su ambición y su conexión con Dios cambiaron la historia.

¿Qué hizo que Lincoln fuera quien fue? ¿Qué aprendió de su Biblia familiar, de Blackstone, de Euclides, y de los autores que leyó y comparó con la Santa Biblia, a la que llamó “el mejor regalo que Dios le ha dado al hombre”? ¿Cuáles fueron sus principios?

Uno puede ver una perspicacia maravillosa de ellos en su famoso discurso al Liceo de Hombres Jóvenes de Springfield, Illinois. Era 1838 y Lincoln sólo tenía 28 años.

¡Y Estados Unidos estaba en medio de la violencia callejera! El problema era la raza. Los fanáticos abolicionistas y las bandas a favor de la esclavitud estaban chocando, y los ciudadanos comunes e incluso miembros de familia se dividían cada vez más, quebrantando las leyes, cometiendo violencia y matando personas.

Esto es lo que el recién llegado a la ciudad, de 28 años y cuya educación fue en gran parte la Biblia, tuvo que decir en su discurso titulado “La perpetuación de nuestras instituciones políticas”:

Nos encontramos en la posesión pacífica de la parte más favorable de la Tierra, en cuanto a extensión del territorio, fertilidad del suelo y salubridad del clima. Nos encontramos bajo el gobierno de un sistema de instituciones políticas, que conduce más esencialmente a los fines de la libertad civil y religiosa, que cualquiera de los que nos cuenta la historia de tiempos pasados. … ¿En qué momento deberemos esperar la aproximación del peligro?

Lincoln dijo esto claramente, pero mucha gente, entonces y ahora, no tenía esta perspectiva o la olvidaron. Pero él vio a Dios en la historia. Había leído la Biblia, no sólo lo que los predicadores decían acerca de la Biblia, sino la Biblia misma. Había leído Génesis. Mi padre dijo recientemente que hasta cierto punto debió haber entendido la conexión entre los estadounidenses que tienen “la porción más hermosa de la Tierra” y escrituras como Génesis 35: 11-12, donde Dios dijo: “[C]rece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos. La tierra que he dado a Abraham y a Isaac, la daré a ti, y a tu descendencia después de ti daré la tierra”.

En este discurso del Liceo, después de reconocer que Estados Unidos tenía tantas bendiciones naturales y gubernamentales que, en última instancia, era impermeable a los ataques extranjeros, dijo: “¿En qué momento, entonces, se puede esperar la aproximación del peligro? Respondo que si alguna vez nos alcanza, debe surgir entre nosotros. No puede venir desde el extranjero. Si la destrucción es nuestro destino, debemos ser nosotros mismos su autor y consumador. Como nación de hombres libres, debemos vivir todo el tiempo o morir por suicidio”.

“Espero ser demasiado cauteloso; pero si no lo soy, incluso ahora, hay algo de mal presagio entre nosotros. Me refiero al creciente desprecio por la ley que impregna al país...”.

A esta organización cívica de hombres jóvenes, Lincoln advirtió que a través de “todo el país” las personas en ambos lados del asunto tenían actitudes de desafuero. Él recontó informes de violencia uno tras otro tras otro, y conectó estos eventos actuales con una perspectiva bíblica y advirtió que el desafuero lleva el riesgo de un suicidio nacional.

¡Qué adelantado a su tiempo! ¡Esto llega hasta nosotros hoy! ¿Cómo podía un joven tener tanta sabiduría? ¡Vino de su educación bíblica!

Tales son los efectos de la ley de turbas; y así como las escenas, que cada vez son más frecuentes en esta tierra tan recientemente famosa por el amor al orden público. ... Siempre que a la parte viciosa de la población se le permita reunirse en bandas de cientos y miles, y quemar iglesias, saquear y robar provisiones, arrojar imprentas a los ríos, disparar a editores, y colgar y quemar a personas desagradables a su gusto y con impunidad; den por hecho que este gobierno no puede durar.

Lincoln advirtió que incluso “los hombres buenos, los hombres que aman la tranquilidad, que desean acatar las leyes”, que ven a personas sin ley quedar impunes y sin restricciones por parte del gobierno, no estarán dispuestos ni podrán perpetuar la ley, el gobierno y la nación.

Lincoln, el Lincoln de 28 años, insistió en el estado de derecho. Él sabía que había leyes malas. Por ejemplo, él deseaba que desaparecieran las leyes que protegían la esclavitud. Pero insistió absolutamente en que esas leyes malas se cambiaran legalmente, de acuerdo con las constituciones nacionales y estatales. Si la gente trataba de cambiar la realidad utilizando la violencia en lugar de la ley, ¡estaba en juego nada menos que la “perpetuación de nuestras instituciones políticas” (la existencia del gobierno mismo)! Él advirtió que la pasión incontrolada sería “nuestro enemigo”. ¡Él defendía la ley y estaba en contra de la anarquía!

Este poderoso mensaje proviene de uno de los discursos de Abraham Lincoln. Qué tremendo conocimiento tenía sobre la justicia y la legalidad. Y qué don tenía para comprender la raíz del asunto y hacer que la gente también lo entendiera. Imagine estas mismas palabras de este mismo discurso siendo dadas a una organización educativa de hombres jóvenes hoy, 180 años después. Estas palabras son eternas, casi como las de la Biblia. Imagine si estas palabras fueran cumplidas.

Qué mente, corazón y mensaje tenía este hombre. ¡Eso tenía que venir de alguna parte!

“Que todo hombre recuerde que violar la ley es pisotear la sangre de su padre y destrozar el carácter de él mismo y la libertad de sus hijos”, dijo Lincoln. “Que toda madre estadounidense respire reverencia por las leyes al bebé con ceceo que parlotea en su regazo; que se enseñe en las escuelas, los seminarios y universidades; que se escriba en cartillas, libros de ortografía y almanaques; que se predique desde el púlpito, que se proclame en las salas legislativas y que se haga cumplir en los tribunales de justicia. Y, en breve, que se convierta en la religión política de la nación; y que los viejos y los jóvenes, los ricos y los pobres, los graves y los alegres, de todos los sexos y lenguas, colores y condiciones, sacrifiquen incesantemente sobre sus altares”.

“Que esos materiales se moldeen en inteligencia general, moralidad sana y, en particular, en una reverencia por la Constitución y las leyes: y, que mejoramos hasta el final; que quedamos libres hasta el final; que reverenciamos su nombre hasta el final; que, durante su largo sueño, no permitimos que ningún pie enemigo pasara o profanara su lugar de descanso; será aquello que, al sonar la última trompeta, despertará nuestro Washington” (ibíd.; énfasis agregado).

Sí, ese es Abe Lincoln, de 28 años, exhortando a los jóvenes y a los estadounidenses en todos lados a apreciar el estado de derecho, obedecer la ley y mantener una moralidad bíblicamente sana en sus vidas, las vidas de sus hijos y las generaciones venideras hasta que la doctrina bíblica de la resurrección se cumpla!

“Sobre estos descanse el orgulloso tejido de la libertad, como la roca de su base; y tan verdaderamente como se ha dicho de la única institución mayor, ‘las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (ibíd.).

Estas no eran las ideas fugaces de un joven que más tarde dejaría que un profesor universitario le dijera que Dios era un mito y que el socialismo era nuestra única esperanza. A medida que Lincoln envejecía, desarrolló estos mismos pensamientos mucho más en un momento mucho más trascendente en comentarios, cartas, discursos y proclamaciones mucho más cruciales en tiempos de guerra. Quizás el mejor ejemplo del efecto de la Biblia en Lincoln, en su presidencia y toda la nación en las generaciones futuras fue su último discurso importante, el segundo inaugural, ¡uno de los discursos presidenciales más explícitamente religiosos de todos los tiempos!

No se puede argumentar que Abraham Lincoln no fue uno de los estadounidenses más grandes, si no el más grande de todos los tiempos, quien logró una de las hazañas más grandes, si no la más grande en la historia estadounidense. ¡Y no se puede argumentar que su mente no estaba estimulada por la Biblia!

Estamos entrando en una época de división y matanza como la que enfrentó Abraham Lincoln. Consulte las palabras de uno de los presidentes más importantes de Estados Unidos. Vaya a las palabras a las que él mismo recurrió. Arrepiéntase de olvidar a Dios. Admita nuestra necesidad (su necesidad personal), de reverenciar las leyes, especialmente la ley perfecta de Dios. Admita que se ha equivocado y que está equivocado. ¡Admita que sólo Dios puede salvarnos! Cumpla con su deber como estadounidense y como ser humano, tal como Abraham Lincoln nos instruyó:

[E]s el deber de todas las naciones, así como de los hombres, de reconocer su dependencia en el poder dominante de Dios, confesar sus pecados y transgresiones, con humilde tristeza, pero con la esperanza segura de que el arrepentimiento genuino conducirá a la misericordia y perdón; y reconocer la sublime verdad, anunciada en las Sagradas Escrituras y probada por toda la historia, que sólo son benditas aquellas naciones cuyo Dios es el Señor. 

Boletín, AD