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Neighbor, Evil

iStock.com/Nito100

Las consecuencias de deshumanizar a su prójimo

La historia muestra que ver a sus adversarios como algo menos que humanos lleva al desastre.

El diccionario Oxford define la palabra deshumanizar como “el proceso de despojar de cualidades positivas humanas a una persona o grupo de personas”. Significa ignorar los derechos naturales, los pensamientos, emociones, relaciones familiares y sociales de las personas hasta el punto de considerarlos animales o incluso algo menos.

Adolfo Hitler deshumanizó a los judíos, a los que llamaba ratas y parásitos. Los judíos no viven en casas, decía él, sino en “nidos”. Los judíos viajan en “jaurías”, como perros. Durante la guerra, hacinó a los judíos en campos, los marcaba con números y los exterminó como si fueran animales.

Privar a un enemigo de su estatus como ser humano le hace mucho más fácil perseguirlo, torturarlo, y matarlo. La historia muestra a menudo que deshumanizar está un paso del sufrimiento inimaginable, la violencia, tortura y asesinato en masa.

En Estados Unidos hoy existe una creciente tendencia a deshumanizar al enemigo. Esto es evidente dentro de la política, la cultura y la sociedad estadounidense. Para muchos la política de hoy ya no se trata de desafiar los argumentos del oponente, sino de destruirlo política, financiera y socialmente o de cualquier otra forma.

“Hay una fuerte corriente de deshumanización recorriendo nuestra política”, escribió el columnista y exescritor de discursos presidenciales Michael Gerson recientemente. “Resulta que el grupo rival no sólo está mal, sino que es malvado. ¿Y cómo pueden los enemigos mortales abrazar las concesiones mutuas de un proyecto político compartido? Sólo el ejercicio crudo del poder puede decidir entre ellos. La meta ya no es ganar argumentos sino destrozar a la oposición” (énfasis agregado en todo).

En una encuesta reciente de la Universidad Vanderbilt, se le pidió a la gente que clasificara a miembros de su propio partido político y a los del partido de oposición en una escala evolutiva representada por los seres humanos modernos por una parte y criaturas parecidas a los simios por otra. Los autores del estudio escribieron en un artículo del Washington Post en mayo lo que sigue: “Setenta y siete por ciento de los encuestados clasificaron a sus enemigos políticos en un nivel menos evolucionado que los miembros de su propio partido. Los encuestados que se consideraban a sí mismos partidarios fuertes tenían mayor probabilidad de deshumanizar a los partidarios de oposición, y republicanos y demócratas tenían la misma probabilidad de deshumanizar a sus oponentes”.

Algunos de los políticos, comentaristas y otros líderes de Estados Unidos, especialmente en la izquierda, ahora realmente creen que sus adversarios son inherentemente malvados. Algunos incluso animan abiertamente el abuso verbal y físico hacia sus adversarios.

La congresista Maxine Waters, por ejemplo, habitualmente insta a sus partidarios a confrontar a los partidarios del presidente Donald Trump. “Si usted ve a cualquier persona de ese gabinete en un restaurante, en una tienda, en una estación de gasolina, salga y cree una multitud. Empújelos. ¡Dígales que no son bienvenidos en ningún lugar!” gritó Waters a comienzos de este año.

Los actores y artistas más influyentes de Estados Unidos también utilizan habitualmente el lenguaje de odio y violencia hacia el Sr. Trump y sus seguidores. Prenda la televisión cualquier noche y habrá grandes posibilidades de ver a Bill Maher, Jimmy Kimmel y a otros demonizando al presidente de EE UU y sus seguidores. Estos hombres no sólo desprecian las políticas o ideologías de sus oponentes, o incluso su apariencia o sus peculiaridades—por lo general es evidente que desprecian abiertamente su existencia.

Si tal espíritu de odio permanece desenfrenado, ¿no es difícil imaginar que se ponga en acción? Si usted cree que su enemigo es un animal, es más fácil tratarlo como un animal. Las fuerzas detrás de la tendencia de deshumanizar al enemigo ahora están dominando; el espíritu de competencia y odio es muy fuerte. Para aprender más sobre las fuerzas detrás de esta creciente tendencia de deshumanizar al enemigo, solicite Estados Unidos bajo ataque, del editor en jefe Gerald Flurry.

Considere esta profecía del tiempo del fin en 2 Timoteo 3:1-3: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno”. En el tiempo del fin, muchos serán “sin afecto natural”—es decir, fríos, sin corazón, sin compasión o empatía.

Esta falta de afecto natural por los seres humanos los hará capaces de cometer actos extremos de violencia. Profecías en Isaías 1 y 3 y Ezequiel 7 describen a Estados Unidos siendo plagado por disturbios civiles y guerras raciales. Ezequiel advierte, “[L]a tierra está llena de delitos de sangre, y la ciudad está llena de violencia”.

Usted puede ver este terrible futuro incluso ahora en la demonización de Brett Kavanaugh y sus simpatizantes, en las corrosivas acusaciones que los líderes de EE UU se imponen entre sí y sobre segmentos de la sociedad estadounidense y también en los comentarios sádicos que inducen a la violencia y destruyen a la nación, frecuentemente hechos por personalidades de los medios de comunicación, magnates de la música y estrellas de Hollywood.

Usted puede ver este sombrío futuro en la creciente tendencia entre los estadounidenses a deshumanizar a su enemigo. 

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