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Chip Somodevilla/Getty Images

La violencia de Charlottesville: el verdadero peligro es invisible

Los acontecimientos recientes en Virginia revelan una división irreconciliable en Estados Unidos. Una fuerza espiritual oscura está detrás de los disturbios.

La violencia y los disturbios en Charlottesville, Virginia, el 12 de agosto resultaron en tres muertos y más de 30 heridos. El presidente Donald Trump se pronunció en contra de la violencia, diciendo: “Condenamos en los términos más fuertes posible esta exhibición atroz de odio, fanatismo y violencia de muchos lados”. Pero los medios criticaron fuertemente al Presidente, diciendo que él exacerbó la situación por no llamarles la atención específicamente a los supremacistas blancos, y por su crítica de los grupos que manifestaban contra aquéllos. El alcalde de Charlottesville culpó al Presidente directamente por la televisión nacional.

Cualquier persona en el mundo al enterarse de eventos como estos puede ver que Estados Unidos está profundamente dividido. La división nacional es un grave peligro.

Pero hay un peligro mucho mayor, y éste es invisible.

Una casa dividida

El 16 de junio de 1858, Abraham Lincoln dijo en un discurso que, “Una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse”. Esa fue una cita directa de Jesucristo que Lincoln aplicó a los muy divididos Estados Unidos de Norteamérica. Ese discurso unificó a los republicanos y se convirtió en uno de los discursos más conocidos de su carrera. William Herndon, el abogado socio de Lincoln en aquel momento, creyó que ese discurso básicamente le permitió a Lincoln ganar la presidencia.

Lincoln previó un gran peligro para Estados Unidos. Sabía que se requeriría de una crisis para que la nación aprendiera que “una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse”.

Esa crisis llegó. La tensión y división en Estados Unidos a mediados del siglo XIX se convirtió en un prolongado y sangriento conflicto que duró más de cuatro años. La Guerra Civil costó 620.000 vidas estadounidenses, más muertes que todas las otras guerras estadounidenses combinadas.

¡La amarga división en Estados Unidos hoy está llevando a otra guerra civil que será 10.000 veces peor!

Aquí está el pasaje del que Lincoln citó: “Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá” (Mateo 12:25).

¡Estados Unidos corre un gran riesgo al ignorar esta advertencia! Los republicanos y los demócratas están divididos como nunca antes. En lugar de tratar de resolver los problemas de la nación, la izquierda radical los está agitando. Algunas personas creen que están derribando al presidente Donald Trump, ¿pero no están en vez derribando al propio Estados Unidos?

“Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer” (Marcos 3: 24-25). Dios enfatizó este punto canonizando la declaración de Cristo en tres relatos separados del Evangelio.

“Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma cae”. (Lucas 11:17). Cristo conoció sus pensamientos. Él no era un hombre normal; ¡Él era Dios en la carne! Cuando la máxima Autoridad advierte del mismo peligro tres veces distintas, ¡debemos escuchar!

¡Antes de la guerra civil, gente malvada estaba esparciendo mentiras que generalmente incluso un niño no creería! ¿Está esto mismo sucediendo hoy día? ¿Fue veraz la prensa con su cobertura de los motines de Charlottesville, y la respuesta del presidente?

Las condiciones en Estados Unidos son ahora mucho peores de lo que fueron en el tiempo de Lincoln.

Volverse hacia Dios

Hacia la mitad de la Guerra Civil, Abraham Lincoln les dijo a los estadounidenses que oraran y ayunaran. Esto es parte de lo que escribió en una proclamación que firmó el 30 de marzo de 1863:

“¡Hemos sido los beneficiarios de las mejores abundancias del cielo! Hemos sido preservados todos estos años, en paz y prosperidad. Hemos crecido en población, en riqueza y en poder, como ninguna otra nación ha crecido. Pero nos hemos olvidado de Dios. Hemos olvidado la mano amable que nos ha preservado en paz, y nos ha multiplicado, enriquecido y fortalecido; y hemos imaginado vanamente, en el engaño de nuestros corazones, que todas estas bendiciones fueron producto de alguna sabiduría superior y virtud propia. Intoxicados por el éxito ininterrumpido, hemos llegado a ser demasiado autosuficientes como para sentir la necesidad de la gracia redentora y sustentadora, ¡demasiado orgullosos como para orar al Dios que nos hizo!” (Énfasis mío).

Lincoln entendió que la abundancia inigualable de Estados Unidos era el resultado de los milagros de Dios. (Para aprender cómo y porqué Dios bendijo a Estados Unidos tan abundantemente, lea el libro de Herbert W. Armstrong Estados Unidos y Gran Bretaña en Profecía). ¡Lincoln emitió una corrección fuerte al pueblo estadounidense porque se habían olvidado de Dios y se habían tomado el crédito por la grandeza de la nación! Este mismo mensaje se aplica a nosotros hoy día, incluyendo a las personas religiosas. Si no nos damos cuenta de dónde vienen nuestras bendiciones, éstas nos serán quitadas.

La proclamación de Lincoln también dijo: “E incluso como lo sabemos, que por su ley divina las naciones (al igual que los individuos) están sujetas a penitencias y castigos en este mundo; ¿no deberíamos temer justificadamente, que la espantosa calamidad de la guerra civil, que ahora destruye a la nación, sea sino un castigo que nos es aplicado por nuestros presuntuosos pecados, al necesario fin de nuestra reformación nacional como pueblo entero?”

¿No podría Dios estar castigando a Estados Unidos por nuestros pecados abominables hoy día? ¡Pues la Biblia dice que eso es exactamente lo que Él está haciendo!

“Así, pues, ha dicho el [Eterno] el Señor: He aquí yo estoy contra ti; sí, yo, y haré juicios en medio de ti ante los ojos de las naciones” (Ezequiel 5:8). ¡Dios está en contra de Estados Unidos! ¡El mundo entero será testigo del duro castigo de Dios a esta nación por sus flagrantes pecados!

“Nos conviene entonces, humillarnos delante del poder a quien hemos ofendido, confesar nuestros pecados nacionales y orar pidiendo clemencia y perdón”, continuó Lincoln en su proclamación. ¿Alguno de los presidentes estadounidenses de esta época (liberal o conservador), alguna vez le ha dicho al pueblo que se arrepienta? ¡Nos hemos caído del acantilado moral! Todos hemos pecado (Romanos 3:23).

La proclamación del Presidente Lincoln de 1863 para un día de oración y ayuno nacional no fue sólo obra suya. La Cámara de Representantes y el Senado le pidieron que hiciera esa proclamación. ¿Iría nuestro Congreso hoy ante Dios y le pediría que sanara a la nación?

Apenas dos meses después de la proclamación del Presidente Lincoln, el Ejército de la Unión sufrió una terrible pérdida en Chancellorsville y Fredericksburg, Virginia, la que fue considerada como la victoria más grande del Confederado general Robert E. Lee, preparando el camino para su segunda invasión del norte y la batalla de Gettysburg.

El resultado de la guerra estaba seriamente en duda. Al enterarse de la derrota de la Unión en Chancellorsville, Lincoln entró en su habitación, cerró la puerta y oró a Dios. Según el biógrafo Wayne Whipple, Lincoln dijo: “Le dije que ésta era su guerra, y nuestra causa Su causa, pero que no podíamos tener otro Fredericksburg o Chancellorsville. Y yo entonces, ahí mismo hice un voto solemne a Dios Todopoderoso diciendo que si Él apoyaba a nuestros muchachos en Gettysburg, yo Le reconocería en todo” (The Story-life of Lincoln).

¿Qué pasó después que el Congreso y el Presidente hicieron una proclamación exhortando a la oración y el ayuno, y después que el Presidente oró humildemente un voto solemne a Dios Todopoderoso? ¡La marea de la Guerra Civil cambió debido a esa oración trascendental!

Del 1 al 3 de julio las fuerzas de la Unión lucharon contra las fuerzas Confederadas en Pennsylvania en el choque más sangriento de toda la guerra: la Batalla de Gettysburg. Alrededor de 51.000 hombres fueron muertos o heridos, pero la Unión logró derrotar a Lee. Al día siguiente, ganó el sitio de Vicksburg. Éste fue el momento decisivo de la guerra. Éste fue el momento en el que la Unión comenzó a ganar impulso, ¡y que condujo a la maldad de la esclavitud a la extinción y a la preservación del país!

El peligro invisible

Hoy, Estados Unidos está una vez más profundamente dividido, y todos pueden verlo. Sin embargo, el poder detrás de esta división no se puede ver.

Mire el contexto sobre la “casa dividida” de la declaración de Cristo. “Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. Y toda la gente estaba atónita, decía: ¿Será éste aquel hijo de David? Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mateo 12:22-28).

¡Cristo estaba expulsando demonios! Ese fue el contexto de este intercambio. Los fariseos lanzaron una acusación absolutamente ignorante contra Él, diciendo que estaba usando el poder satánico para expulsar a los demonios satánicos. Cristo les dijo que Satanás y los demonios no serían tan eficaces en engañar y herir a los seres humanos, si estuvieran divididos de esa forma.

¡Jesucristo, el gobernador del venidero y muy próximo Reino de Dios, vino a estos judíos y ellos ni siquiera sabían quién era! Aún peor, algunos de ellos sí lo sabían, pero se negaron a obedecerle.

“¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?” Cristo dijo en el versículo 34. Satanás es malo. Él nunca haría una buena acción, como sacar a sus demonios de un ser humano. De la misma manera, esos fariseos eran malos, y ellos dijeron mentiras acerca de su Salvador.

Esta es una profecía condenatoria para el tiempo del fin.

Cristo dijo en los versículos 43-45 que, “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación”.

¡Los demonios se aprovechan de las mentes vacías! Una mente que no está llena con la verdad de Dios, es terreno fértil para estos seres espirituales pervertidos.

Los demonios son la causa oculta de los muchos problemas incurables de nuestra sociedad. Ellos tienen mucho más poder que los humanos. La única manera en que podemos resistir es con el poder de Dios.

Pero si abandonamos a Dios, Dios nos abandona. Ese es el punto que Cristo estaba haciendo cuando describió el demonio que regresaba a la mente del hombre y traía otros siete demonios con él.

Usted necesita leer mi folleto Estados Unidos bajo ataque. ¡Un poder maligno invisible está destruyendo a esta nación con gran velocidad y furia! Charlottesville es la prueba de ese ataque satánico.

¿Cuántas personas creen en la existencia de demonios? ¡Hay millones de estos seres espirituales malvados! ¡Dios los ha expulsado del universo y los ha confinado a la Tierra! (Apocalipsis 12:9). Esto ocurrió hace solo unas pocas décadas.

Satanás manipula los estados de ánimo, las actitudes, sentimientos y emociones (Efesios 2:2). Él puede agitar la gente fácilmente a que traten de matarse unos a otros en disturbios violentos. Debido a la historia especial con Dios que ellos tienen, su blanco son Estados Unidos, Gran Bretaña y el Estado judío en Oriente Medio, por encima de otras naciones. Dios permite esto para que nuestra gente rebelde aprenda una valiosa lección de la manera difícil, a menos que se arrepientan profundamente como Abraham Lincoln lo aconsejó.

Los demonios perdieron una guerra en el cielo contra los ángeles de Dios (Apocalipsis 12:7-8). Ellos fracasaron en su intento de quitar a Dios del trono del universo, por lo que están insondablemente enfurecidos en su “prisión” aquí en la Tierra. Y se están desquitando con los seres humanos que no obedecen a Dios y, por lo tanto, no tienen Su protección.

¡En la Batalla de Gettysburg, 51.000 soldados fueron heridos o muertos en solo tres días! ¡Los agricultores de Pennsylvania se tropezaban con brazos, piernas y cabezas que sobresalían del suelo! Esa pequeña ciudad se convirtió en una tumba masiva, pero la mayoría de los cadáveres estaban o ligeramente enterrados o a flor de tierra.

¿Por qué tenemos ser castigados tan severamente antes de aprender a someternos a Dios? Qué forma tan dolorosa de aprender las consecuencias de la división y el pecado. Satanás hace que la gente se odie. Dios nos dice que amemos a nuestros enemigos, pero en vez odiamos a nuestros enemigos; ¡e incluso a nuestros amigos que no están de acuerdo con nosotros políticamente!

Dios provee una forma de escapar de la próxima guerra civil, pero sólo para unos pocos santos fieles. “Y fueron dadas a la mujer dos alas de grande águila, para que de la presencia de la serpiente volase al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos y la mitad de un tiempo” (Apocalipsis 12:14). ¡La gran tribulación está cerca! Solo la Iglesia de Dios estará protegida.

La rabia en Charlottesville es el precursor de un tiempo de paz, gozo y prosperidad duraderos. ¡Jesucristo pronto regresará a poner fin al odio y la mentira para siempre! 

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