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Roman, Charlemagne

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La oscura historia de la Unión Europea

Los líderes de la UE preferirían que usted la olvidara, pero esa historia revela el verdadero peligro de esta Unión para el mundo.

Busque la Unión Europea en cualquier libro de texto y dirá que sus orígenes provienen de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero en 1951.

Eso es correcto, pero limitado. Las raíces de la Unión Europea son mucho más profundas.

Los verdaderos orígenes de la UE incluyen una historia centenaria que conecta los sueños de los káiseres, las ambiciones de Adolfo Hitler, y una visión para Europa que se rehúsa a morir.

La historia también explica todo lo que usted necesita saber acerca de la UE hoy.

Una de las grandes preguntas acerca de la Europa moderna es ¿por qué domina Alemania? Ellos han estado cerca de conquistar el Continente. Incluso Der Spiegel de Alemania escribió, en 2015 que “la palabra ‘reich’, o imperio, puede no estar completamente fuera de lugar” cuando se describe a la Alemania moderna; y concluye que “un imperio está en acción, al menos en el ámbito económico”.

Esto puede sonar tonto, pero si Hitler o el káiser Guillermo pudieran ver posición en la que Alemania está hoy, estarían emocionados. Pero ¿cómo llegó Alemania ahí?

Alemania lidera este imperio europeo porque sabe cómo se construyen los imperios. Recientemente tuvo que construir el suyo propio. Al final de las Guerras Napoleónicas en 1814, no había una nación llamada Alemania. Había 39 estados de habla germana. Prusia, uno de los más grandes y más poderosos de tales Estados, forjó en el Imperio Alemán estas regiones rivales, en el Segundo Reich. Este método de construir imperios estableció un patrón que Alemania trató de seguir en ambas guerras mundiales. Es un patrón que ha sido seguido por la UE. Esta historia demuestra que la UE no es un simple acuerdo comercial sino el camino hacia un nuevo Imperio Alemán.

Una historia de construcción de imperios

Prusia copió su construcción de imperios de uno de los conquistadores más famosos del mundo, Napoleón Bonaparte. Pero esta estrategia no fue militar, sino económica.

Al final del siglo xviii, el Sacro Imperio Romano, ubicado principalmente en Alemania, consistía de 1.800 áreas aduaneras. Transportar bienes desde la ciudad prusiana de Königsberg (ahora Kaliningrado) a Colonia en el occidente de Alemania significaba detenerse para inspecciones y aranceles 18 veces. Esta era una gran barrera para el comercio.

Napoleón aplastó este imperio y estableció una especie de estado títere en los Estados del occidente de Alemania llamado la Confederación del Rin. Esta confederación redujo las barreras tarifarias en su territorio.

Después que Napoleón cayó, muchos Estados alemanes trataron de formar sus propias uniones aduaneras. En 1834, se unieron en la Zollverein, una unión aduanera única que incluía a Prusia. Esta unión ayudó a Prusia a matar dos pájaros de un tiro: unificó los Estados alemanes bajo su liderazgo e impulsó su economía.

La Zollverein concertó las tarifas y estandarizó la moneda en función de la moneda de Prusia. Esto hizo más fácil el comercio a través de Alemania, permitió el florecimiento de los ferrocarriles y unificó a Alemania de una forma importante, cotidiana y práctica.

La Zollverein no completó la tarea de unificar a Alemania. Para eso fue necesario Otto von Bismarck y sus guerras magistralmente planificadas con poderes externos. Él finalmente unificó a todos los Estados de habla germana, además de Austria, cuando provocó a Francia a la invasión en 1870. Los Estados alemanes fueron forzados a unirse para defenderse de los franceses. Pero los prusianos nunca olvidaron el papel de la Zollverein en la unificación de Alemania bajo Prusia.

El rey prusiano se convirtió en el emperador alemán. El canciller prusiano, Otto von Bismarck, se convirtió en el canciller alemán. La capital prusiana, Berlín, se convirtió en la capital alemana, a pesar de que no había sido uno de los centros históricos de poder de Alemania. En general, la clase dirigente prusiana se convirtió en la clase dirigente alemana.

Esta historia, de un esfuerzo por crear un gran Estado usando una unión económica, ya debería sonarle familiar.

Convencer a otros pueblos de venir bajo su control político es difícil. Convencerlos de ingresar a su unión económica es más fácil. Dele el nombre de “unión aduanera” o de “zona de reducción tarifaria” y suena mucho menos amenazador que “imperio”. Usted puede prometer prosperidad y, en el caso de Alemania, puede otorgarla. Pero esto también prepara el camino hacia el dominio político. Siete años después que se formó la Zollverein, el economista alemán Friedrich List escribió: “La unidad económica y la unidad política son gemelas: una no puede nacer sin que la otra le siga”.

Es una receta para un imperio. Tenga a los territorios divididos comerciando libremente entre sí, bloquee a sus rivales, lance algunas amenazas externas y pronto tendrá un bloque unido, bajo su dominio.

El primer intento de una Unión Europea

Tan pronto como esta Alemania recién unida trató de apoderarse de Europa, usó de nuevo la receta. “Debemos crear una asociación económica centroeuropea a través de tratados aduaneros comunes, para incluir a Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Austria-Hungría, Polonia y tal vez Italia, Suecia, y Noruega. Esta asociación no tendrá ninguna autoridad suprema constitucional común, y todos sus miembros serán formalmente iguales...” (énfasis añadido en todo).

Esta cita no es de una cumbre de la UE moderna. Es de 1914, cuando el canciller alemán Theobald von Bethmann-Hollweg expuso sus objetivos para la Primera Guerra Mundial.

Ellos querían crear una especie de Unión Europea. Antes de la guerra, el mismo káiser Guillermo ii pidió una unión económica europea; la cual pudiera convertirse en unos “Estados Unidos de Europa contra Estados Unidos de Norteamérica”.

El historiador Niall Ferguson escribió que si Alemania hubiera ganado la Primera Guerra Mundial, Europa “se habría transformado en algo no muy diferente de la Unión Europea que conocemos hoy”.

Los planificadores de guerra de Alemania creían que si podían obligar a Europa a depender económicamente de Alemania, dominarían el Continente por generaciones.

La idea de unificar a Europa a través de una unión económica fue común entre los académicos nacionalistas alemanes de la época. Por ejemplo, en 1890, el influyente académico alemán Gustav von Schmoller previó una “federación aduanera centroeuropea” como la única forma de salvar “la cultura antigua y superior de Europa” de la competencia de Estados Unidos, Rusia y otros poderes mundiales. Esta idea se conoció como Mitteleuropa (Europa Central). Políticos, académicos e industriales sostienen regularmente conferencias sobre este tema.

El historiador alemán Fritz Fischer documentó la trayectoria de Alemania hacia la guerra en su trascendental obra Los objetivos de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Él escribió que, antes de la guerra, los alemanes tenían objetivos ambiciosos para derrotar a Rusia, hacer retroceder a los eslavos (a quienes ellos veían como inferiores racialmente), y expandir el imperio alemán en Europa Central. Una vez que la guerra estalló en agosto de 1914, Alemania tuvo que convertir esas amplias ambiciones en objetivos de guerra detallados. El canciller von Bethmann-Hollweg hizo eso el mes después de comenzar la guerra. Sus planes fueron conocidos como el Programa Septiembre. Crear Mitteleuropa —un antiguo objetivo fomentado por el gobierno alemán— ahora se convirtió en una política oficial.

Pero aquí está el resto de la cita del Programa Septiembre de Bethmann-Hollweg: “Todos sus miembros serán formalmente iguales, pero, en la práctica, estarán bajo el liderazgo alemán y deberán estabilizar el predominio económico de Alemania sobre Mitteleuropa”.

Más allá de Europa Central, los líderes alemanes creyeron que Escandinavia, Italia y los Balcanes se unirían a Mitteleuropa bajo alguna forma de membresía asociada.

El mapa de su unión económica propuesta es muy similar a lo que es la UE hoy día.

Ellos estuvieron tratando de crear una nueva Zollverein, esta vez cubriendo toda Europa Central. Ya habían demostrado que dentro de un bloque económico dominaría la unidad más grande y poderosa. Prusia había dominado a Alemania. Ahora Alemania podría dominar a Europa.

Otro intento — de Hitler

Ese intento de una Unión Europea murió, como tantos soldados en los campos de Flanders. Pero pronto comenzó otro intento.

Mientras que Alemania volvía al poder una vez más a finales de la década de 1930 y principios de la década de 1940, nazis prominentes hablaban de una “familia de naciones europeas” o una “comunidad europea”, que experimentaría “una prosperidad que aumentaría rápidamente cuando las barreras económicas nacionales fueran removidas”. El término Großraumwirtschaft (área económica amplia) se volvió un tema común de la propaganda nazi. En 1936, Adolfo Hitler le dijo al Reichstag (Parlamento): “El pueblo europeo representa una familia en este mundo. (…) No es muy inteligente imaginar que en una casa tan pequeña como lo es Europa, una comunidad de personas pueda mantener por mucho tiempo sistemas legales diferentes y conceptos de la ley diferentes”.

La visión del futuro de los nazis en realidad no era una nación-estado alemana glorificada sino algo más grande.

En el verano de 1940, el alto mando nazi Hermann Göring comenzó a armar planes para la “unificación económica a gran escala de Europa”. El oficial nazi encargado de estos planes fue el exsecretario de Estado de “ilustración y propaganda pública” Walther Funk, quien se había convertido en el ministro de economía y presidente del banco central alemán. (Más tarde él fue juzgado por crímenes de guerra y apodado “el banquero de los dientes de oro” por confiscar oro de todo tipo a las víctimas del Holocausto judío y fundirlo en lingotes). Funk desarrolló el plan de Göring, llamándolo “Comunidad Económica Europea” (cee) y esbozando sus características en una serie de documentos en 1941. Ni siquiera dos décadas despúes, en 1957, la cee se convirtió en el nombre de lo que hoy es la UE.

“Ese proyecto tenía un parecido bastante sorprendente con la cee del Tratado de Roma, modificado por el Acta Única Europea y el Tratado de Maastricht, presagiando las políticas agrícolas, industriales y regionales y las redes transeuropeas defendidas por los eurócratas más fervientes”, escribió el exfuncionario de la UE Bernand Connolly en su libro de 1995 El corazón podrido de Europa (The Rotten Heart of Europe).

Los nazis también exigieron un “sistema monetario europeo” que operaría con tasas de cambio fijas entre ciertas monedas, hasta que una moneda única pudiera ser introducida gradualmente. Esto es exactamente lo que ha sucedido en la UE.

En 1942, ministros de gobierno y líderes industriales asistieron a una conferencia titulada “La Comunidad Económica Europea”. Ese mismo año el ministro de Relaciones Exteriores alemán creó un “comité europeo”. Para el año siguiente, habían redactado planes formales para una confederación europea. El ministro de Relaciones Exteriores alemán Joachim von Ribbentrop pidió que la confederación fuera establecida tan pronto como el Reich hubiera asegurado una victoria militar significativa.

Esa victoria nunca llegó. Y así los planes nazis para una cee nunca se materializaron.

El hecho que los nazis planearan formar una unión de naciones europeas está bien establecido. Este resumen solo raspa la superficie. En su libro La fuente contaminada: Los orígenes antidemocráticos de la idea europea (The Tainted Source—the Undemocratic Origins of the European Idea), John Laughland expone a los políticos de alto rango, intelectuales fascistas y planificadores económicos que planearon esta unión.

Los nazis, al igual que las generaciones anteriores de líderes alemanes, vieron los méritos de usar la economía para ayudar a crear un imperio. En 1940, el embajador alemán en Francia Otto Abetz le escribió a Hitler recomendando que Alemania “usurpara la idea europea” para tratar de controlar Europa de la misma manera que Hitler había “usurpado la idea de la paz” antes de la guerra. Laughland señala en su libro que “una organización supranacional podría aumentar, en lugar de aminorar, el poder de su miembro más poderoso”.

¿Una Unión Europea nazi?

¿Significa esto que la actual Unión Europea es un complot nazi cuyos padres fundadores eran todos nazis encubiertos? No. Muchos eran sinceros en sus creencias. Muchos eran motivados por la idea de que crear una Unión Europea era la mejor manera de detener otra guerra europea. Vieron que una unión económica era la forma de construir un súper Estado en Europa. Pero también creyeron que un súper Estado traería paz y contendría a Alemania.

Cuando la UE moderna comenzó, Alemania estaba derrotada y dividida. Francia creyó que sería la nación más poderosa, y por lo tanto la nación líder, en un bloque europeo. Así que la unificación europea siguió adelante.

Este proyecto, sin embargo, atrajo a algunos exnazis porque era muy similar a su propia idea. Después de la guerra, el infame Oswald Mosley, líder de la Unión Británica de fascistas, se convirtió en un ferviente pro-europeo. El Dr. Bernhard Benning, presidente de Reich Credit Co., quien habló en la conferencia nazi de la cee en 1942 sobre el “Asunto de la moneda europea”, se convirtió en una figura importante en el Bundesbank.

El hecho de que muchos nazis pasaron a la “clandestinidad”, permaneciendo en sus posiciones de gobierno o de negocios, está ahora bien documentado. Muchos de estos individuos continuaron apoyando a la Unión Europea.

Otras figuras de la UE tenían simpatías hacia los nazis antes de la guerra, tales como Paul-Henri Spaak, uno de los padres fundadores de la UE. Como miembro del Partido del Trabajo de Bélgica antes de la guerra, él alababa “algunos de los logros magníficos de Hitler”. En 1937, dijo que había “llegado la hora del socialismo nacional belga”, e instó a Bélgica a permanecer neutral en lugar de unirse a Francia en una guerra contra Alemania.

Algunos nacionalistas franceses esperaban que Francia pudiera entonces desempeñar el papel de Prusia en un súper Estado europeo. Pero el rol de liderazgo europeo de Francia no duró. Mientras la economía francesa se estancaba, Alemania se reunificaba, reindustrializaba y se convertía en el mayor exportador del mundo.

Después de perder ambas guerras, los alemanes de hoy día se encuentran (notablemente), logrando sus objetivos de guerra. La situación, tal como está, es asombrosamente similar a lo que Alemania planeó en la Primera y Segunda Guerras Mundiales. Alemania es la nación más poblada y poderosa en Europa, y el Continente está ligado a ella a través de una unión económica y política cada vez más fuerte.

Raíces tempranas

Hay otra razón importante por la que los prusianos, nazis y fundadores de la UE produjeron propuestas tan similares. Ellos compartían un sueño. Lo abordaron de muchas formas diferentes, pero querían resucitar un imperio europeo; un nuevo Imperio Romano.

El primer ministro italiano Benito Mussolini se representaba a sí mismo como un nuevo César, gobernando un nuevo Imperio Romano. Hitler basó su infame saludo al führer en el saludo romano.

Hitler también se conectó a Carlomagno, el líder franco quien fue coronado emperador romano por el papa Leo iii en el año 800 d. C. Él trató de revivir el Imperio Romano en Europa occidental, uniendo a toda Europa bajo un solo poder.

Hitler construyó su famoso Nido de Águila cerca de la montaña donde, según la leyenda, Carlomagno está durmiendo y algún día se levantará otra vez. Él veneraba la “corona de Carlomagno”, el símbolo de la construcción de su imperio.

Napoleón tenía la misma visión, y así mismo los fundadores de la Unión Europea. Otto von Habsburgo, uno de los padres fundadores de la UE, dijo: “Nosotros poseemos un símbolo europeo que le pertenece a todas las naciones por igual. Se trata de la corona del Sacro Imperio Romano, la cual personifica la tradición de Carlomagno”. Cuando los líderes franceses y alemanes se reunieron para discutir los detalles de una moneda común, lo hicieron en Aachen, Alemania, la capital de Carlomagno. Ellos visitaron el trono de éste y tuvieron un servicio especial en la catedral donde Carlomagno fue enterrado.

Esta visión impulsó los planes económicos de los nazis y de los padres fundadores de la UE. “El antiguo sueño medieval de un imperio universal nunca ha dejado la fantasía de los alemanes”, escribió Laughland. “Por esta razón los euro-federalistas modernos evocan a Carlomagno. El Sacro Imperio Romano fue el arquetipo mismo de una monarquía universal” (op. cit).

Los padres fundadores de la UE fueron muy diferentes de los nazis. Pero ambos compartían el mismo sueño, razón por la cual sus planes son tan similares.

La Unión Europea en la profecía bíblica

La Biblia también describe una visión de un imperio europeo que es resucitado reiteradamente. Apocalipsis 17 describe una “bestia”, un símbolo bíblico de un imperio poderoso. Esta bestia, dice allí, será liderada por “siete reyes: cinco de ellos han caído, uno es, y el otro aún no ha venido” (versículo 10). Esto significa que estos reyes gobiernan consecutivamente. Para el tiempo en que esta profecía fue revelada, cinco se habían ido, uno estaba en la escena y otro más estaba por venir.

El inicio de Apocalipsis 17 deja claro que esta bestia es liderada por una mujer, la cual es el símbolo bíblico de una iglesia.

Esta profecía encaja perfectamente con la historia de Europa, la cual ha visto una sucesión de imperios todos compartiendo la misma visión, y todos liderados por una Iglesia. Hitler lideró el sexto de ellos. El séptimo se levantará de la Unión Europea.

Por esta razón la historia es crítica. Estos imperios en Europa están todos conectados. Al aprender sobre los que han venido antes, podemos aprender sobre el imperio que vendrá después.

La Biblia también deja en claro que la economía juega un papel importante en la unión. Cuando el séptimo imperio finalmente cae, “los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella” porque ellos “se han enriquecido a costa de ella” (Apocalipsis 18:11, 15).

El Antiguo Testamento a menudo se refiere a este imperio como “Tiro”. Este era el mayor centro de comercio en Oriente Medio en el tiempo en que fueron escritas estas profecías bíblicas. Algunas de las profecías acerca de Tiro aún no se han cumplido, porque no se refieren a esta antigua ciudad, sino a un futuro imperio económico.

Isaías 23 describe a este moderno Tiro formando un “emporio de naciones” con poderes en Oriente: China y Japón (referidas por sus antiguos nombres de Quitim y Tarsis). Dios llama a este Tiro moderno “la que trafica con los pueblos de muchas costas” y lo describe como haciendo negocios con mercaderes alrededor del mundo (Ezequiel 27).

Pero no todo es economía. La Zollverein no fue el único factor en la unificación de Alemania. El nacionalismo fue otra fuerza clave. Los alemanes sintieron que, aunque estaban divididos en reinos diferentes, aún eran un solo pueblo y debían formar una nación.

Europa carece de motivación para unificarse. Por eso la unión económica solo ha llegado hasta aquí. Pero la Biblia nos informa que la institución que proveerá el sentido común del propósito e identidad para Europa será la Iglesia Católica (representada por la mujer en Apocalipsis 17), desempeñando el papel que el nacionalismo alemán tuvo en el siglo xix.

De hecho, la Iglesia Católica ha ayudado a potenciar las pasadas seis resurrecciones del sueño europeo. Esa es la razón por la que el Sacro Imperio Romano es llamado “sacro” [= “santo”].

Y así como Alemania necesitó una crisis para asegurar su unión nacional, de igual forma Europa usará una crisis para asegurar su imperio.

Cuando Prusia unió a Alemania, cambió al mundo. Repentinamente, tuvo un poder que podía superar a Gran Bretaña económicamente. Militarmente fue superior a toda nación en Europa. Usó su poder, desestabilizó al mundo, y finalmente instigó dos guerras mundiales.

Esta historia muestra que la Europa de hoy comparte el mismo objetivo de unidad final. Este logro desestabilizaría al mundo con mucha más severidad que Prusia. Crearía un gran competidor para Estados Unidos, para Rusia y para China.

La Biblia confirma este pronóstico. Profetiza que esta Unión será una superpotencia económica y militar. Y añade un detalle más crucial, uno que es verdaderamente inspirador cuando se entiende.

La profecía muestra que éste será el último de estos imperios que se levantan en Europa. El Sacro Imperio Romano se ha levantado repetidamente porque Dios lo ha permitido. Pero Él ha dicho que la séptima resurrección será la última. Después que este poder europeo económico, político, militar y religioso se levante por última vez, será destruido; para siempre. La historia de Europa se ha desarrollado de acuerdo a un plan específico trazado en la Biblia. Y Dios deja claro que este plan tiene un final definitivo y lleno de esperanza, uno que está aquí cerca. Él llevará a Europa hacia la prosperidad y la paz que se le ha eludido hasta ahora. 

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