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Xi Jinping

Getty Images

El gran salto de China hacia el gobierno de un hombre fuerte

La toma de poder de Xi Jinping pone el poderío de la nación más poblada del mundo en manos de un (ambicioso) hombre.

El anuncio desde Pekín el 25 de febrero fue una bomba. El Partido Comunista gobernante de China dijo que aboliría una cláusula constitucional que limita el servicio presidencial a dos mandatos. El movimiento permite al presidente Xi Jinping, ya el líder más poderoso de China en décadas, gobernar el país indefinidamente.

Dos semanas después, el más bien simbólico Parlamento de China aprobó la propuesta con una votación de 2.959 a 2, con tres abstenciones, y eliminó la cláusula que declara que el presidente y el vicepresidente “no servirán más de dos mandatos consecutivos”.

El presidente Xi llegó al poder en 2013. Antes del cambio constitucional, él habría tenido que dejar el cargo en 2023, después de que su segundo mandato de cinco años termine. Pero ahora él puede continuar gobernando la segunda economía y la población nacional más grande en el mundo mientras él viva.

Independientemente de la revisión constitucional, Xi, de 64 años, puede mantener indefinidamente sus posiciones tanto de líder del Partido Comunista como del ejército. Los límites del período constitucional concernían estrictamente al cargo de presidente, que es intrínsecamente menos poderoso que los otros dos puestos. Pero retener la presidencia, quizás de por vida, consolida su poder completamente y lo convierte en lo que muchos chinos llaman “el líder supremo”.

Con Xi sosteniendo la trinidad de los cargos superiores, su autoridad es incuestionable, irrestricta e indivisa.

Esto tiene implicaciones alarmantes para el futuro de China y el mundo.

En la ausencia de límites de poder

El límite presidencial de dos mandatos fue establecido en 1982 por el líder chino Deng Xiaoping. Fue puesto en marcha, junto con otros controles al poder presidencial, en un esfuerzo para prevenir que China volviera alguna vez a la era del caos que había sufrido bajo el predecesor de Deng, Mao Zedong.

Mao fundó la República Popular China en 1949. Gobernó la nación con un estatus casi divino durante casi tres décadas. Él puso fin a generaciones de enfrentamientos civiles y al desorden que prevaleció cuando gobernaron los poderes extranjeros, y preparó a China para su regreso a la relevancia internacional.

Pero Mao alcanzó gran parte de su agenda con infinitas purgas y campañas catastróficas como el Gran Salto Hacia Adelante y la Revolución Cultural. Él demostró una completa indiferencia por la vida humana. Su desastroso liderazgo de sangre fría mató a decenas de millones de chinos. La única fuerza que trajo fin a su gobierno fue su muerte en 1976 a sus 82 años.

No había límites al mandato para el presidente Mao, y pocos límites significativos sobre su poder. Él no rendía cuentas a nadie y despreciaba todo consejo. La combinación de su crueldad, incompetencia y desdén por el consejo hizo su gobierno incomparablemente trágico. El nombre de Mao está grabado en la historia como el hombre responsable de las muertes de más personas que ningún otro individuo.

Su gobierno “se ubica junto con los gulags y el Holocausto como uno de los tres eventos más importantes del siglo xx”, dijo el historiador Frank Dikötter. “Fue como el genocidio de [el dictador comunista camboyano] Pol Pot multiplicado 20 veces”.

A la luz de esta historia, la gente de China debería estar alarmada al ver la eliminación de los controles sobre el poder del presidente. Pero podría ser demasiado tarde para que el pueblo de China detenga el gran salto de su nación hacia el autoritarismo.

Aplastando a la disidencia interna

Algunos chinos están expresando su alarma por la abolición de Xi de los límites del mandato y sus movimientos hacia el autoritarismo. Li Datong, exeditor del China Youth Daily, vivió en la era maoísta. En una carta del 26 de febrero publicada en un grupo privado de WeChat (la aplicación de mensajes telefónicos de China), escribió: “Fue la restricción legal más alta y efectiva destinada a evitar la autocracia o poner a las personas por encima del partido y el Estado. La revocación de los límites del mandato para los líderes nacionales será ridiculizada por las naciones civilizadas de todo el mundo y también sembrará las semillas del caos para China”.

Pero la máquina de propaganda de China trabajó a todo vapor para contrarrestar esas críticas. A los usuarios de WeChat que intentaron compartir la carta de Li les bloquearon sus publicaciones. El gobierno ha bloqueado por completo docenas de palabras y frases en las redes sociales, incluyendo “en desacuerdo”, “culto a la personalidad”, “emigrar”, “inmortalidad”, “mi emperador”, “vitalicio” y “Xi Zedong” una fusión de Xi Jinping y Mao Zedong.

Dentro de China, los críticos del poder de Xi no parecen ser numerosos. Y esta fuerte censura en Internet puede ser suficiente para evitar que la crítica se propague.

Incluso antes de la última toma de poder, Xi tenía poca paciencia para el desacuerdo, y a menudo lo contrarrestaba con fuerza.

Durante sus primeros cinco años, en lugar de mantener el estilo de liderazgo usado por sus recientes predecesores de “primero entre iguales”, adoptó un enfoque de hombre fuerte. Pasó por alto a las autoridades del Consejo de Estado al conformar grupos de partidos para la formulación de políticas, muchos de los cuales él mismo preside. Tomó control personal de la redacción de políticas respecto a todo, desde la economía de China y las relaciones internacionales hasta sus estrategias ambientalistas y regulaciones para la Internet. Implementó dolorosas reformas militares que lo posicionaron como el comandante en jefe indiscutido del enorme Ejército de Liberación Popular de China.

Xi también libró una campaña anticorrupción que resultó en el increíble arresto o encarcelamiento de 1,5 millones de miembros del Partido Comunista, incluyendo numerosos exrivales políticos y altos oficiales militares.

Estos movimientos ubicaron a Xi en el centro de lo que Hannah Beech del Time llamó “un culto a la personalidad no visto en la República Popular desde los días en que la frenética Guardia Roja vitoreaba el lanzamiento de la Revolución Cultural del presidente Mao” (31 de marzo de 2016).

La mayoría de China apoya el auge de Xi

Li Datong y otros chinos desaprueban abiertamente el avance de Xi hacia el gobierno indefinido de un solo hombre. Pero el Partido Comunista y la mayoría de los chinos apoyan dicho cambio.

De hecho, el rápido ascenso de Xi y su movida de eliminar los límites a los mandatos no podría haber sucedido sin el pleno consentimiento y la asistencia de los líderes del Partido Comunista.

La élite china y muchos ciudadanos comunes ven que el orden global se está desmoronando. Ven el ascenso de los partidos extremistas en Europa. Ven a las supuestas democracias estables desestabilizándose. Ven que el poder de EE UU está disminuyendo y que se están abriendo vacíos de liderazgo. Ven que el escenario internacional está listo para el conflicto y ven una oportunidad para que China aproveche la volatilidad y emerja como una superpotencia.

Los principales líderes chinos reconocen que para que su nación se convierta en una superpotencia necesita un gobernante cuyas manos no estén atadas por la burocracia y que no esté limitado por controles y contrapesos. Necesitan un hombre fuerte que esté libre de impedimentos políticos y que sea capaz de tomar acciones decisivas. Necesitan un nuevo Mao.

Estos sentimientos llevaron a la élite del Partido Comunista a permitir que Xi se levantara tan rápido y tan alto. Ahora estos mismos sentimientos obligan al pueblo chino a apoyar a Xi como emperador de por vida.

El mundo debería estar alarmado

La abolición de Xi de los límites del mandato y el salto a la autocracia también tiene implicaciones importantes fuera de China y para el orden global.

Bajo Mao, China era un peso militar liviano. Esto significaba que, aunque sus ambiciones causaron estragos en cientos de millones, rara vez sobrepasaron las fronteras de China de una manera significativa.

Pero en años recientes, el ejército chino se ha convertido en una fuerza formidable.

Bajo el liderazgo simplificado de un hombre que juró el año pasado hacer que China “se levantara más grande y más firme en el mundo”, un ejército como ese debe ser tomado en serio.

Incluso antes de la revisión constitucional, el presidente Xi llevó a China por un camino de beligerancia internacional, arrebatando territorio a sus vecinos y ejerciendo un control ilegal sobre aguas internacionales vitales.

Ahora que Xi está posicionado esencialmente como el emperador de China de por vida, y ya que el Partido Comunista y la mayoría de la población del país lo apoyan, el mundo debe esperar que China se vuelva aún más agresiva en el escenario internacional.

Xi, China y la profecía bíblica

Trompeta observa el fortalecimiento de la toma de poder de Xi porque la profecía bíblica revela que mientras la influencia de EE UU sobre el escenario mundial disminuye, emergerán dos bloques de poder. Uno será un bloque europeo funcionando en la tradición del Sacro Imperio Romano. El otro será una entidad asiática llamada en la escritura “los reyes del oriente”, encabezada por Rusia, con China en una posición de liderazgo secundario. La Biblia lo hace claro, en capítulos tales como Jeremías 50, Daniel 11 y 12, Apocalipsis 16 y Mateo 24, que un choque entre esta potencia europea y este bloque liderado por Rusia y China jugará un papel importante en el conflicto más violento en la historia de la humanidad.

El hecho de que Xi ahora pueda gobernar por todo el tiempo mientras viva es profundamente significativo. Es vital observar su constante ascenso y su creciente control sobre la política militar y exterior de China. Esto indica cómo el presidente chino podría unir fuerzas con su compañero fuerte en Rusia y cómo China será llevada a su curso de colisión profetizado con Europa. El anuncio del 25 de febrero sobre la eliminación de los límites del mandato también indica cuán cerca podría estar este futuro choque.

¡Aunque esto apunta a un tiempo oscuro a corto plazo, ese tiempo será seguido de cerca por el futuro más brillante imaginable!

Como el jefe de redacción de Trompeta Gerald Flurry escribe en su folleto El 'Príncipe de Rusia’ profetizado : “¡Esta inmensa guerra entre las fuerzas europeas y asiáticas terminará en el retorno de Jesucristo! (…) ¡La conclusión de esa batalla marcará el comienzo de una nueva era pacífica y próspera para la toda la Tierra!”.

En ese momento, comenzará una era de verdadera estabilidad y vida abundante y gozosa para los pueblos de China y el mundo entero. 

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