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Seniors, Elders

pixabay/stevepb

Consejos para los ancianos

Su impacto en los demás puede ser mayor ahora que nunca antes.

¡Nuevo, nuevo, nuevo! Nuestra sociedad ama lo nuevo. Sin tregua, nos cambiamos a lo nuevo y desechamos lo viejo (ropa vieja, tecnología antigua) incluso a las personas ancianas. Irónicamente, las personas más maduras, experimentadas, conocedoras, probadas y quizás las más valiosas entre nosotros, son las que reciben la menor atención.

Gran parte de la responsabilidad de corregir este mal reside en aquellos que son más jóvenes. Pero algo de eso recae en ustedes los de la tercera edad.

Dios quiere que ustedes disfruten lo que verdaderamente deberían ser sus años dorados. Él quiere que su relevancia para su familia y su sociedad aumenten con la edad, y Él revela en la Santa Biblia cómo hacerlo.

Para evocar el honor entre los jóvenes, Dios les encomienda a los ancianos a vivir honorablemente. No solo deben acumular años de experiencias, sino también desarrollar un carácter excelente a través de esas experiencias. Proverbios 16:31 dice: “La cabeza canosa es una corona de gloria, si es que ésta se halla en el camino de justicia” (traducción de la King James inglesa).

Tito 2: 2 da esta instrucción: “Que los ancianos sean sobrios [auto controlados], serios [venerables, honorables, honestos], prudentes, sanos en la fe [fe fuerte y convicción moral], en el amor [el amor de Dios], en la paciencia [aguantarse alegremente y paciencia constante]” (Versión Estándar Revisada). Examinando las definiciones y ejemplos de estas palabras es un buen estudio Bíblico personal para los varones de la tercera edad.

El pasaje continúa diciendo: “Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (versículos 3-5, rsv).

Dios ordena que las mujeres mayores se hagan maestras de las mujeres más jóvenes. Los hombres mayores deberían hacer lo mismo con los hombres más jóvenes. ¡Esto no puede suceder si el joven no escucha pero tampoco puede suceder si el mayor no enseña!

Las personas más jóvenes necesitan la experiencia y la sabiduría de sus mayores. Eso requiere que los adultos ancianos se conduzcan como ejemplos piadosos y estén dispuestos a tomar la iniciativa en la conversación para transmitir las lecciones que Dios les ha enseñado a lo largo de los años. “En los ancianos está la ciencia, y en la larga edad la inteligencia” (Job 12:12; vea también Job 32: 7). Ancianos, ¿se ven de esa manera? O piensan, no tengo nada que enseñar. Incluso si han sido ignorados en el pasado, busquen alinear su pensamiento con el de Dios.

La misión de los ancianos es transmitir las experiencias de los años, la sabiduría bíblica y la madurez piadosa. Su misión es ayudar a la próxima generación a evitar errores, tener una vida mejor y transmitir incluso más sabiduría a la generación que les sigue.

No se sientan resignados a vivir al margen. No se permitan estar aislados. No piensen que sus experiencias de la vida son irrelevantes, debido a que no está familiarizado con algún aparato moderno o estilo. Trabajen en tornarse más cómodos y seguros al hablar e incluso en buscar a los padres jóvenes, a los estudiantes universitarios, a los adolescentes. Háganles preguntas. Aprendan qué retos enfrentan ellos. Háganlos hablar. Y cuando surja la oportunidad, ofrezcan algo de aliento y consejo basado en la Biblia, y de cómo se ha aplicado en su vida. Los perros nuevos necesitan aprender algunos trucos viejos.

Pídanle a Dios que les abra la puerta para este tipo de intercambios. E incluso si una conversación es incómoda al principio, ¡no se rindan! Recuerden que si los jóvenes alrededor descuidan el contacto con ustedes, sus vidas serán más pobres por ello.

“El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos” (Proverbios 13:22). Quizás la mayor herencia que usted puede darle a sus hijos y nietos es su experiencia, su sabiduría, su vida.

Para este propósito, mantengan su mente fresca. Nunca dejen de aprender. Su vista puede ser borrosa, y volverse más difícil poner un pie delante del otro pero Dios espera que ustedes continúen creciendo mental, emocional y espiritualmente, hasta el momento de su último aliento. Herbert W. Armstrong hizo el mejor trabajo de su vida entre los 86 y los 93 años, incluso mientras su salud se debilitaba. Interesantemente, en sus últimos años él se centró mucho en los jóvenes. Comenzó varios programas para niños y adolescentes, incluyendo una revista para jóvenes. Sin la determinación de exprimirle todo lo que pudiera a su cuerpo físico, seguramente su salud habría fallado mucho antes.

“Una de las lecciones más importantes que todos debemos aprender es vivir el presente y no el pasado”, aconsejó Buenas Nuevas de junio-julio de 1979. “Quizás el mejor servicio que las personas ancianas pueden prestar a los más jóvenes es mostrarles por su propio ejemplo y actitud positiva, que uno puede ser feliz a cualquier edad”.

La forma en que comienzan su vida no es tan importante como la forma en que la terminan (Eclesiastés 7: 1). Dios los está juzgando según cómo usan su vida hoy. No pueden cambiar el pasado. Pero sí pueden cambiar el presente, alineando sus pensamientos y actitudes con los de Dios.

Muestren a quienes los rodean, los de todas las edades, una lección de vida con sus palabras y ejemplo. Quizás ahora más que nunca su sonrisa, sus preguntas, sus respuestas, su ánimo y alegría pueden cambiar la vida de las personas. Y con su ejemplo en mente para los años venideros, la próxima generación podrá hacer lo mismo para aquellos que vengan después. 

Boletín, AD