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El misterio de la Iglesia

La Trompeta

El misterio de la Iglesia

La verdad acerca de por qué Jesucristo estableció Su Iglesia elude a la cristiandad tradicional. ¡Pero usted puede descifrar este misterio!

¿Por qué Jesucristo estableció Su Iglesia? La mayoría de las personas no puede responder a esa pregunta. Pero es vital que lo entendamos. Fue sumamente importante para Jesucristo. ¡Él arriesgó Su vida eterna para establecer Su Iglesia! Así de altos fueron los riesgos.

Jesús les dijo a Sus discípulos, “Edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). Esa es una afirmación extraordinaria: ¡La Iglesia que Cristo estableció nunca moriría! Eso significa que esa Iglesia existe hasta hoy.

Las Escrituras describen varias características de esa Iglesia. Aquí hay una muy reveladora: Jesucristo Mismo la llamó un “rebaño pequeño” (Lucas 12:32). Esta declaración —aunque la mayoría de la gente la pasa por alto— revela que la verdadera Iglesia de Dios es pequeña comparada a muchas de las Iglesias de este mundo. No está destinada a ser una enorme organización global en esta era. Debido a que es pequeña, la Iglesia de Dios sigue siendo un misterio para el mundo.

Pero si usted estudia la Biblia, y tiene el entendimiento que Dios le ha revelado a Sus siervos, entonces sabe dónde encontrar la verdadera Iglesia hoy día. El misterio puede ser resuelto.

Herbert W. Armstrong escribió acerca de este tema en gran detalle en su libro El misterio de los siglos. En ese libro, él hace algunas afirmaciones verdaderamente profundas que deberíamos considerar seriamente.

El Sr. Armstrong escribió sobre cinco propósitos para el tiempo que Cristo estuvo en la Tierra: Jesús “vino para: 1) Calificar (cosa que el primer Adán no logró hacer) para remplazar al ex arcángel Lucero en el trono de la Tierra y gobernar con el gobierno de Dios; 2) Anunciar el futuro establecimiento del Reino de Dios y enseñar aquella buena noticia profética (el evangelio) a Sus futuros apóstoles escogidos; 3) Tomar sobre Sí, como nuestro Creador directo, la pena por nuestros pecados mediante Su muerte en la cruz, de modo que pudiéramos participar en ese mundo; 4) Ser resucitado de la muerte por Dios, haciendo posible la vida eterna de Dios para el pueblo de Dios y después de Su Segunda Venida para toda la humanidad, los que hayan existido y que estén dispuestos a recibir esa vida; Por último, 5) Establecer la Iglesia de Dios, la cual recibiría entrenamiento para gobernar bajo Él”.

Para entender este quinto objetivo, estudie el Capítulo 6 de El misterio de los siglos, titulado “El misterio de la Iglesia”.

La batalla titánica

Los cinco propósitos de Cristo en la Tierra están entrelazados y tienen un orden cronológico. Antes que Él pudiera establecer Su Iglesia, Su primera prioridad era vencer a Satanás.

“Cuando Jesús tenía como 30 años de edad, estaba listo para empezar a escoger a Sus apóstoles y para proclamar y enseñarles el mensaje que traía de Dios para el hombre: Su evangelio”, continuó el Sr. Armstrong. “Más primero era imperativo que calificara para remplazar a Satanás y establecer el Reino de Dios, y esto lo haría venciendo al diablo”. Cristo no comenzó enseñándoles a Sus discípulos o entregando el mensaje de Dios, antes de cumplir este objetivo crucial.

Esta batalla cara a cara entre Jesús y Satanás está registrada en Mateo 24, Marcos 1 y Lucas 4. “Ésta”, escribe el Sr. Armstrong, “fue quizá la confrontación y la batalla más importante, trascendental y decisiva de todos los tiempos y en todo el universo”. Fue tan decisiva porque si Cristo no vencía a Satanás, ¡entonces el plan de Dios para la humanidad no habría proseguido! Si Jesús hubiera pecado, no habría sido nuestro Salvador. El resultado de esta guerra determinaría si Cristo remplazaría a Satanás, quien actualmente es el dios de este mundo (2 Corintios 4:4), como gobernante de la Tierra.

Satanás usó múltiples tácticas para tentar a Jesucristo. Pero Cristo no sucumbió a tales. A una de esas tentaciones, Él respondió: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Cristo mantuvo Su enfoque en lo espiritual, poniendo el ejemplo para nosotros al saber y vivir por toda palabra de Dios, ¡incluso en esta batalla con Satanás!

En un punto, Satanás también citó las Escrituras (versículo 6) pero, como escribió el Sr. Armstrong, “[Satanás] las aplicó erróneamente, torciendo su significado, tal como hacen tantos eruditos influidos por él”. Debemos estar cerca de Dios para que podamos responder de la manera como Cristo lo hizo y evitar el engaño.

“Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (versículo 7). La respuesta de Cristo vino de Deuteronomio 6:16. La Biblia fue la defensa de Cristo contra la emboscada de Satanás. Fíjese que Cristo citó el Antiguo Testamento; ¡Él no vino a la Tierra para eliminarlo!

Cristo usó las Escrituras para repeler a Satanás el diablo, y nosotros podemos hacer lo mismo. Por supuesto que eso significa que debemos conocer nuestras Biblias.

Finalmente, Satanás subió a Cristo a una montaña alta y Le mostró todos los reinos de la Tierra. “Y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares” (versículo 9). Cristo no negó la afirmación de Satanás; Satanás de hecho estaba a cargo de todos los reinos de la Tierra, y de esta forma, los podía regalar como le placía.

“Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (versículo 10). Por orden de Cristo, Satanás se marchó lejos. ¡Satanás debe obedecer la autoridad de Dios!

“¡Jesucristo, el segundo Adán, había calificado!”, escribió el Sr. Armstrong con respecto a la conclusión de esta batalla titánica. “Antes de ese momento, la buena noticia del futuro Reino de Dios no podía anunciarse al mundo”.

Antes de esta batalla, no había garantías de que Cristo gobernara la Tierra a Su Segunda Venida. Esta batalla Lo calificó para hacerse cargo del trono de Satanás, mientras Él se mantuviera sin pecado durante Su ministerio y crucifixión. ¡Qué victoria!

Nuestro turno

“¡Ahora le corresponde a la Iglesia calificar y ser idónea para gobernar con Él!”, continúa el Sr. Armstrong. ¡Eso es correcto! Cristo ha asignado cerca de 2.000 años a Su Iglesia para que califique y Lo ayude a gobernar la Tierra y el universo. ¿Calificar cómo? De la misma forma que Él lo hizo: venciendo al diablo, aunque nuestras batallas diarias ni siquiera se acercan a lo dura que fue la confrontación de Cristo con Satanás.

En el momento que Cristo derrotara a Satanás, Él podría predicar el evangelio, la buena noticia del venidero Reino de Dios. “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. (…) Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:1, 14-15). La mayoría de la gente no sabe lo que es el arrepentimiento. Incluso la mayoría de los cristianos profesos no saben lo que es el verdadero evangelio. Y la Iglesia de Dios es un misterio para ellos.

Pero Jesucristo estableció el ejemplo para la Iglesia de Dios. Debemos proclamar el mensaje del evangelio de Cristo, no acerca de Cristo. Debemos decirle al mundo que Dios le dará a cada persona que haya vivido una oportunidad de ser parte de Su Familia para siempre. El increíble plan de Dios para el hombre está representado paso por paso por Sus días santos anuales. (Solicite el libro gratuito del Sr. Armstrong Las fiestas santas de Dios para aprender más).

Pero la Iglesia tiene un papel que cumplir. “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21). Ésta es una exhortación para la Iglesia de Dios en el tiempo del fin. Debemos vencer como Cristo venció. Cristo prevaleció sobre Satanás. Ahora, es nuestro turno. Debemos conquistar a Satanás para gobernar con Cristo en Su trono por toda la eternidad.

Dios le ha dado a Su Iglesia una responsabilidad doble. Primero, debemos proclamar el mensaje del evangelio de Dios a este mundo. Dios le dice a la Iglesia de Dios de Filadelfia que “profetice otra vez” (Apocalipsis 10:11), lo cual incluye la verdad de la buena noticia del venidero Reino de Dios.

Segundo, Dios nos da la responsabilidad de “alimentar a mis ovejas”; hablando de los miembros de la Iglesia de Dios (Juan 21). Hay una persona proclamando el evangelio, pero él necesita apoyo. Es un esfuerzo de equipo. La Iglesia es llamada el Cuerpo de Cristo, y debe funcionar de acuerdo a la mente de Cristo.

La palabra Iglesia viene de la palabra griega ecclesia, que significa los llamados. La Iglesia de Dios es un grupo selecto de personas preparándose para casarse con Jesucristo y gobernar con Él sobre este mundo por mil años. Dios ve a los miembros de Su verdadera Iglesia como reyes y sacerdotes, si es que lo están siguiendo (Apocalipsis 1:6; 5:10). En otras palabras, nosotros estaremos sobre la Iglesia y el Estado, tanto de la Iglesia espiritual como de naciones físicas. Gobernaremos junto con Cristo con una vara de hierro, teniendo real autoridad y dando la dirección correcta.

Esa es una recompensa asombrosa pero debemos calificar. ¿Cómo podríamos convertirnos en reyes y sacerdotes sin preparación? La esposa de Cristo, la Iglesia, se prepara (Apocalipsis 19:7). Ella debe calificar para esa alta posición. Aquellos en la Iglesia de Dios hoy deben estar aprendiendo ahora cómo enseñarle a la gente en amor, con una cierta cantidad de autoridad. El pueblo de Dios es alimentado, nutrido y protegido espiritualmente dentro de la Iglesia de Dios hasta que ese tiempo llegue.

¡Ésta es una verdad bíblica que muy poca gente entiende! Satanás realmente ha enceguecido la mente de aquellos que no creen (2 Corintios 4:4). Él ha hecho que esta maravillosa y preciosa verdad de Dios sea un misterio.

Viene un tiempo cuando Dios abrirá la mente de todos en este mundo (Juan 7:37-38). Pero no es así todavía.

El siglo perdido

Cristo les dijo a Sus discípulos: “Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). El evangelio fue predicado alrededor del mundo en la primera era, y Cristo estaba diciendo que no sería predicado otra vez hasta el mismo tiempo del fin, ¡justo antes de Su regreso! Cuando usted vea que el evangelio está siendo predicado nuevamente, entonces sabe que el fin está cerca. Si eso hubiera ocurrido en el año 700 d.C., o en el 1100 o el 1800, entonces el fin habría venido en ese tiempo.

“Es un hecho que le asombrará saber al lector, que el evangelio de Cristo haya dejado de proclamarse al mundo, desde aproximadamente el año 50 hasta el año 1953”, escribió el Sr. Armstrong (ibíd.). (Solicite The True History of God’s True Church, disponible en inglés). ¿Por qué no? ¡Porque Satanás escondió del mundo esta preciosa verdad!

“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo” (Gálatas 1:6-7). ¡La Iglesia de Dios ya se había desviado del verdadero evangelio unos 20 años después de recibirlo directamente de Jesucristo! Esto nos indica fuertemente la intensidad de la guerra espiritual que enfrentamos, y por qué debemos vencer al diablo.

Algo horrible ocurrió en el primer siglo para sofocar el verdadero evangelio, que el Sr. Armstrong lo llamó el siglo perdido, al periodo que le siguió.

Fuentes seculares están de acuerdo. “El escaso y sospechoso material sobre historia eclesiástica rara vez nos permite disipar la oscura nube que se cierne sobre la primera era de la Iglesia”, escribió Edward Gibbon en Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano.

“Los 30 años posteriores al cierre del canon del Nuevo Testamento y la destrucción de Jerusalén son en verdad los años más oscuros en la historia de la Iglesia”, escribió Samuel G. Green en Un manual de la historia de la Iglesia.

William Fitzgerald escribió en Lectures on Ecclesiastical History (Conferencias sobre Historia eclesiástica): “Durante este periodo de transición que sucedió inmediatamente después de la era propiamente llamada apostólica, se cierne una gran oscuridad”.

El Imperio Romano gobernó el mundo durante el primer siglo. Mucha de la historia de la verdadera Iglesia fue enterrada. El apóstol Juan preservó una pequeña cantidad de esta historia en sus epístolas bíblicas. (Para una aclaración sobre las epístolas de Juan, solicite La última hora).

En su sermón “De Sardis a Laodicea”, del 24 de junio de 1983, el Sr. Armstrong leyó una afirmación de una escuela teológica alemana acerca del siglo perdido. Él dijo que en ese periodo estaba ocurriendo “una ‘violenta contienda entre dos evangelios. Algunos querían el evangelio de Cristo’, lo que significa el mismo evangelio que Cristo predicó: el evangelio del Reino. ‘Y otros querían un evangelio acerca de Cristo’”.

La Biblia nos dice cuál evangelio triunfó.

El verdadero evangelio

“Y estando él [Jesús] sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del [la era]? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mateo 24:3-5).

Esa es una profecía extraordinaria. Cristo predijo que habría muchos falsos maestros predicando acerca de Él, diciendo: “Yo soy el Cristo”. Estos engañadores no se llamarán a sí mismos Cristo; ellos dirán que Cristo es el Cristo, o se enfocarán completamente en Cristo el hombre en vez de en el mensaje que Él predicó. ¡Ésta es una gran razón por la cual la verdad de Dios y la Iglesia de Dios son un misterio para la mayoría de las personas! ¡Se enfocan en Jesucristo en lugar del mensaje de Jesucristo!

La Biblia es Jesucristo en imprenta. Para remover el misterio de la Biblia, debemos vivir por toda palabra de Dios. Debemos enfocarnos en el mensaje de Cristo, no en la persona de Cristo ni en “aceptarlo” superficialmente.

El Reino de Dios no es la Iglesia como muchos creen hoy. Los seres humanos físicos no pueden heredar el Reino de Dios (1 Corintios 15:50). El Reino es espiritual. Es una familia en la que vamos a nacer si es que calificamos.

La Iglesia de Dios prepara a un pequeño grupo de gente para calificar para esa recompensa justo ahora, si es que estamos dispuestos. Y como esposa de Cristo (Apocalipsis 19:7), ellos van a ayudar a su Esposo a llevar la salvación al resto de la humanidad después de Su regreso.

¡Ese es el propósito trascendental para la Iglesia! 

MOA, AD